¿Valió la pena defender la democracia?

Elías Talé

octubre 15, 2024 - Actualizado octubre 14, 2024
Elías Talé

Hace un año, el pueblo guatemalteco demostró su inquebrantable espíritu de resistencia, frente a las fuerzas que amenazaban con despojarnos de nuestra democracia y soberanía. La ciudadanía, guiada por la sabiduría ancestral de nuestros pueblos originarios, logró cambiar el rumbo de nuestra nación, este hecho histórico nos recuerda la importancia vital de la unidad, la exigencia de nuestros derechos y la esperanza de un futuro mejor.

El pueblo guatemalteco, harto de la corrupción que azotaba al gobierno, se levantó para defender su derecho al voto y exigir un cambio verdadero. Sin importar ideologías o partidos políticos, la ciudadanía demostró su compromiso con la democracia. Ahora bien, las autoridades electas han mostrado una incapacidad evidente para cumplir con las expectativas de la población, esta situación revela la profunda crisis que atraviesa nuestro país, donde las promesas de libertad y soberanía se están desvaneciendo.

Los acontecimientos recientes demuestran la deficiencia del Movimiento Semilla como partido oficial en el legislativo, la poca capacidad de negociar está dejando en manos de delincuentes de cuello blanco nuevamente el poder para seguir con sus malas prácticas. A pesar de mencionar en reiteradas ocasiones que no negociarían con delincuentes, ahora, al frente del poder las cosas son distintas. El partido oficial ha llegado al extremo de ofrecer aumentos salariales, esas no son maneras adecuadas de rendir respeto al pueblo que arriesgó su vida por mantener sus puestos, han pasado los meses sin tener noticias alentadoras para el pueblo de Guatemala.

Los errores del oficialismo se acumulan, la reciente elección de magistrados a Corte Suprema de Justicia y Cortes de Apelaciones es el más preocupante, la designación de perfiles vinculados a la delincuencia generan una profunda indignación ciudadana. Demostrando una vez más quienes en verdad tienen el poder en el país. La ilusión de haber tomar el control total sobre el Poder Judicial se ha desvanecido, los magistrados con claros vínculos a casos de corrupción demuestran que son dependientes y en muchas ocasiones no actuarán con imparcialidad.

En su ilusión de haber logrado el éxito en la Elección de Cortes, el partido oficial celebra en redes sociales; resulta necesario hacerles ver, que se les reconoce como diputados independientes, no han sabido negociar de manera adecuada, luego de varios meses se les niega ser una bancada oficial. ¡Basta de abrazos y cariños con los delincuentes de cuello blanco!, es momento de cambiar las cosas, el pueblo les exige un cambio radical y rechazar cualquier pacto con la corrupción.

La existencia de mafias dentro del sistema judicial es una realidad que ha quedado al descubierto hace muchos años, es necesario revertir esa situación. La interpretación sesgada de la ley y la protección a delincuentes de alto nivel son prácticas recurrentes que favorecen la impunidad. Es imperativo limpiar las cortes de aquellos jueces y magistrados que han convertido su toga en un instrumento de corrupción, vender la justicia por dinero no solo es inmoral, sino que también es un delito que tarde o temprano tendrá sus consecuencias.

El partido oficial debe recordar que su triunfo es producto de la confianza y el sacrificio del pueblo guatemalteco. Miles de ciudadanos, sin recibir nada a cambio, dedicaron tiempo y esfuerzo para defender el voto popular. Gracias a su resistencia, Bernardo Arévalo y su equipo lograron llegar al poder, es momento de que el partido oficial honre ese compromiso y trabaje incansablemente para mejorar las condiciones de vida de todas y todos los guatemaltecos.

Es hora de que el partido en el poder realice una profunda reflexión sobre los avances logrados hasta el momento, si bien asumieron el gobierno en un contexto adverso, es fundamental que se concrete el proyecto de nación que prometieron. La ciudadanía depositó su confianza en ellos, ahora espera resultados tangibles. Los engaños y las falsas promesas deben quedar en el pasado.

Respondiendo a la pregunta del título de la columna, puedo decir que sin duda, la defensa de la democracia ha valido la pena, aunque los avances sean aún modestos. Es fundamental mantener el compromiso de dignificar el servicio público, especialmente en el Ejecutivo y Legislativo. La auditoría social, la crítica constructiva y la rendición de cuentas son herramientas indispensables para garantizar la transparencia y la participación ciudadana, el camino es largo, pero cada paso nos acerca a un mejor futuro.

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