El 2025 inicia en medio de un ambiente de incertidumbres. Planteo a continuación tres capas o niveles de incertidumbres que determinarán, al menos, los primeros meses del nuevo ciclo.
Primera incertidumbre: ¿se mantendrá la conducción dubitativa del Ejecutivo? ¿Habrá recomposición del gabinete? ¿Se modificará el manejo estratégico de la Presidencia? A todas las preguntas, las posibilidades son poco probables. En este nivel cabe añadir un elemento adicional: será difícil lidiar con un Congreso donde el movimiento Semilla ha perdido tracción (fueron útiles para aumentar los incentivos, pero eso ya pasó; ahora hay más fuerzas políticas (bloques se han desgranado) y comienza el ambiente electoral 2027.
Segunda incertidumbre: ¿Hasta dónde la llegada de Donald Trump (DT) modificará o marcará el ambiente político en el país? Ministerio Público (MP) y aliados se lamen los labios por reposicionar su agenda. La FG, sus patrones y aliados querrán arremeter, aprovechando los supuestos vientos favorables, para aumentar la actitud desafiante a BA. Ejemplo: la inconstitucionalidad parcial presentada por CACIF en contra del presupuesto 2025.
El lobbismo pagado con fondos públicos y privados querrá lograr “hitos”. En principio, alejamiento del gobierno de EE.UU como aliado del gobierno, para dejar el escenario vacío y retomar el propósito de descarrilar la administración actual, o al menos, dejarla inerte. Primeros hechos: reunión virtual de la Fiscal General (FG) con Tom Homan, encargado de la política migratoria de la nueva administración. ¿Qué hace la FG reunida con un funcionario que no tiene relación con las competencias del MP?
No olvidar que el camino hacia la elección del nuevo FG ha iniciado. La asamblea del CANG se llevará a cabo en febrero próximo (7/2) para elegir a la JD y Tribunal de Honor.
Tercera incertidumbre: ¿Cuáles serán las primeras decisiones de DT con incidencia en la región y en el país? El área de mayor riesgo es la agenda migratoria: redadas masivas, mayor securitización de las fronteras, presiones a los estados-santuarios, presiones a los gobiernos que no se alineen: política extorsiva (o hace lo que se le ordena, o se le castiga).
El plan de Trump de llevar a cabo la “mayor deportación de la historia de EE.UU” podría materializarse. La iniciativa cuenta con más apoyo de lo que se piensa: en el periodo electoral, el 54% de los votantes respaldaba la medida. El 44% confiaba que DT haría mejor trabajo en la gestión de la inmigración que Harris (34%).
La promesa de expulsión de once millones de personas parece una locura, pero no es del todo inviable. En esta segunda gestión, Trump no tiene nada que perder. Las provocaciones no solo son palabras al aire. Usar al ejército y las fuerzas del orden le daría la legitimidad que los votantes están esperando.
Estamos ante un escenario acelerado de nuevas políticas migratorias restrictivas que incluiría: a) Limitar el número de inmigrantes que pueden solicitar asilo; b) Uso de fuerzas de seguridad locales para detener a inmigrantes; c) Leyes para convertir en delito la inmigración irregular; d) Deportación masiva de inmigrantes indocumentados.
Mientras tanto, el gobierno central asume una posición reactiva (esperando los sucesos). No tiene recursos ni peso para aumentar la incidencia. Depende de continuar apoyando las medidas en materia migratoria y de combate al crimen organizado (captura de extraditables, decomisos) para que administración de EE.UU esté complacida, al menos mientras no aparecen las tempestades.
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