Síndrome del “tapahuecos”

“Están enseñando a las nuevas generaciones que la Democracia es licencia para insultar y desacreditar a los demás”

Méndez Vides

julio 11, 2024 - Actualizado julio 10, 2024
Méndez Vides

La cultura guatemalteca ha sido tradicionalmente conservadora, en el buen sentido del término, significando vida en familia, honradez, educación, amabilidad, responsabilidad y respeto a los demás.   No importan las excepciones, porque a madres, maestros, sacerdotes y autoridades se les debe tratar con honor, no sólo por lo que son sino por lo que representan.      

Lamentablemente, las redes sociales están repletas de lo contrario, porque los intereses políticos y la ambición han puesto de moda el recurso de llamar la atención insultando, destruyendo reputaciones, fingiendo poder hacer aquello en lo que fallan los demás sin sustento.   La incapacidad para demostrar cualidades, conduce a compensar mostrándose gallitos, peleoneros y pelados.

Noten el caso vergonzoso del “tapahuecos”, un sujeto fornido, barbado, descamisado, malcriado, que satura las redes lanzando insultos contra la autoridad pública mientras tapa baches por todo el país, remendando la cinta asfáltica.   Presidente, ministros y alcaldes tienen que tragar saliva escuchando sus maldiciones irrespetuosas.   ¿Insultará así a sus padres por las fugas de agua en casa, por el goteo natural de los chorros, el desgaste de la pintura en los muros o las filtraciones en días de lluvia?  

Los baches deben de taparse, estamos de acuerdo, y si hay buena intención todos podríamos ayudar con un poco de tierra cuando aparecen a nuestro paso para evitar accidentes mientras llega el turno de la reparación, o avisar de inmediato a las autoridades, que no tienen ojos en todos lados al mismo tiempo, pero eso de andar parcheando las carreteras de la indigencia no es ejemplar ni deseable.   Es preferible vivir en la superficie lunar con amabilidad y respeto, que en un paisaje de parches y veneno.   

Las autoridades guardan silencio o brincan los que pican el anzuelo, como Neto Bran, que se prestó al mismo juego en los mismos términos, amplificando la lamentable condición de la política de la miseria.

Quienes padecen del síndrome del tapahuecos, mal contagioso entre diputados y ex diputados dudosos, están enseñando a las nuevas generaciones que la Democracia es licencia para insultar, humillar y desacreditar a los demás, y así alimentan el deseo popular de caer nuevamente en manos de políticos autoritarios que se impongan por la fuerza.  

Por la Democracia hay que cerrar el regreso al pasado, porque es preciso cuidar y proteger lo que tanto cuesta.

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