Recuperar la Universidad de San Carlos de Guatemala

Jorge Mario Rodríguez     septiembre 11, 2024

Última actualización: septiembre 10, 2024 8:11 pm
Jorge Mario Rodríguez

La misión espiritual y emancipatoria de las universidades está siendo objeto de ataques en muchos lugares del mundo. La razón consiste en que el pensamiento es peligroso para un sistema cuya insoportable injusticia se mantiene a costa de acallar la conciencia crítica. Hemos visto, por ejemplo, la forma en que algunas de las más prestigiosas universidades norteamericanas han sido acalladas porque estudiantes y profesores se han atrevido a protestar en contra de la desmesurada violencia israelí en Gaza. Pero con lo doloroso que pueda ser este conflicto, este solo ha brindado la oportunidad para atacar a la misma idea de educación superior.

Este ataque a la educación superior se ubica dentro de la cruzada “cultural” reaccionaria. Se busca castigar el ejercicio de la razón crítica. Esta ha sido, desde siempre, la mayor amenaza al poder. La razón crítica ha sido el motor que ha echado luz sobre la irracionalidad del dominio sobre los subordinados

Este movimiento irracional que se propone erradicar la educación crítica puede ser de carácter global, pero adquiere los rasgos más degradantes en un país como el nuestro. Después de todo, la oligarquía finquera sabe que su irracionalidad es tan grande que no es nada más que una anomalía de la historia. ¿No es prueba de dicha irracionalidad el hecho de el paradigma de dominación adoptado por los grupos de poder en Guatemala sea el del crimen organizado?

Estos grupos, fieles a su vocación destructiva, están ASESINANDO a la Universidad de San Carlos de Guatemala. Lo más triste es que lo están haciendo frente a los ojos indiferentes de gran parte de la población guatemalteca. Y todavía es más trágico que tanta ingratitud venga de los que en mala hora fueron sus hijos.

Nuestra universidad nacional ha sido sometida a distintas estrategias represivas a través de su historia. Muchos no podemos olvidar el baño de sangre que sufrió esta institución durante la segunda mitad del siglo pasado. Y cada vez somos más los que estamos decididos a hacer que esta conciencia histórica se convierte en una fuerza movilizadora para anular las acciones de los usurpadores.

La irracionalidad, debemos recordar, es menos poderosa de lo que se piensa. Tarde o temprano las sociedades pueden recuperar el sentido de la realidad y percatarse de que el sistema de la corrupción siempre está por desmoronarse precisamente porque este no tiene ningún tipo de coherencia que la sostenga. La corrupción nunca puede crear un orden sostenible.

¿Cómo podemos derrotar a estas huestes de la corrupción? Pues bien, pensando y actuando en consecuencia. No debemos quedarnos callados y debemos alimentar nuestro rechazo hacia los que están solo tienen como meta de sus miserables vidas el robar el derecho al conocimiento y la reflexión. Aquí no cabe la indiferencia, esa que arropa los peores excesos en los que pueden caer los grupos corruptos. Ahora solo cabe librar una guerra sin cuartel en contra de las huestes de la ignorancia.

Debe hacerse cualquier esfuerzo por expulsar a las espurias autoridades de la rectoría de la Usac. Seres insignificantes no puede hacer desaparecer un proyecto histórico de la sociedad guatemalteca. Las maniobras son múltiples: una buena manera es presentar las tachas a aquellos que intentan ocupar las magistraturas. Asimismo, es necesario promover elecciones para que la universidad nacional pueda tener autoridades que tengan la misión de rescatar la reflexión humanista y científica. El conglomerado sancarlista no puede presenciar este espectáculo sin volver a recordar sus mejores tiempos y si quiere levantarse, debe buscar la genuina unidad.

Que esta universidad esté dirigida por oscurantistas es una tragedia; que la sociedad guatemalteca acepte este hecho es una tragedia aún mayor. De hecho, la criminalización de las justas demandas sancarlistas es posible porque, como vale la pena repetirlo una y otra vez, la gente voltea la vista hacia otro lado.

Incluso el gobierno debe abandonar sus fantasías institucionalistas cuando lidia con los corruptos. Al final, defender las instituciones supone asumir sus valores y si la Usac está secuestrada por las mafias no se le deben regalar millones de quetzales para que el botín sea más cuantioso para los que niegan su razón de ser. Lo menos que pueden hacer es corregir ese yerro y ejercer todas las presiones necesarias para hacer que la universidad nacional pueda cumplir su misión de pensar nuestros problemas en esta época de oscuridad.

La Usac, como única universidad nacional, cumple una función que no pueden cumplir otras instituciones de educación superior. La universidad nacional tiene la función de educar a la ciudadanía para que esta pueda participar en compromiso que debe liderar el Estado como representante del bien común.

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