La situación en Medio Oriente puede tornarse más explosiva, pero no ha escalado como se
temiera en la medida que la Casa Blanca presiona para que la situación bélica no pase a
más, en tanto dure la campaña presidencial. Así se espera evitar que se eleven los precios
del petróleo que vendrían a complicar el control de la inflación en el mundo y en especial en
Estados Unidos en pleno proceso electoral. Por ello, solo han quedado en escaramuzas los
ataques entre Israel e Irán y sus socios Hamás y Hezbolá en el Líbano y Gaza, luego de que
sucedió la masacre de judíos en octubre del año pasado con cauda de más de mil
doscientos asesinatos a sangre fría por Hamás y la captura de trescientos rehenes. La
riposta israelí ha sido tremenda en Gaza y ha sobrepasado los cuarenta mil muertos palestinos en
diez meses en Gaza y la destrucción de sus edificaciones, dejando a la población civil en un
infierno del que no puede huir ante los constantes bombardeos a ningún país vecino ni por
mar por el control estricto de sus fronteras. Mientras tanto los países árabes se han lavado las
manos como Poncio Pilatos o como Benjamín Netanyahu ante el desgarre palestino de
muertos y heridos, sin alimentos y llenos de enfermedades ni en donde refugiarse.

Es claro que los árabes, en general, en las guerras de 1967 y luego de 1973 en contra de
Israel, han dejado mal parados a los palestinos y en lugar de ayudarlos, cada vez les fue
peor. Hubo una tregua luego de una negociación entre el primer ministro israelí Issac Rabin
con el líder palestino Yasser Arafat en los noventa, que pudo dar lugar a la convivencia pacífica
entre un estado israelí y otro palestino. Pero un extremista judío mató a Rabin y esa tregua
se vino abajo. Irán vino a hundirlo más al dar ayuda militar a los palestinos de Hamás
y Hezbolá, mientras Netanyahu y los partidos derechistas se hicieron del poder en Israel.
Kissinger mismo expresó que la situación tensa actual entre las partes llevará a la liquidación
futura del Estado de Israel a menos que se cumpla con la solución de dos estados.
Entretanto, los estados árabes vecinos se ocultan como si no existieran y no ayudan
prácticamente en nada al sufrido pueblo palestino, tan semita como ellos, y se hacen los
indiferentes y ni siquieran los ayudan con alimentos, medicamentos ni reciben a los heridos
en sus hospitales. Hablo de Jordania, Egipto, Líbano, Siria, donde ya hay cientos de miles de
palestinos refugiados desde que comenzaron las batallas desde hace setenta y seis años
entre árabes y judíos por esa porción de tierra tan estimada por las tres religiones
monoteistas.

Giorgio Cafiero, director ejecutivo y fundador de Gulf State Analytics y profesor de la
Universidad de Georgetown, clarifica bien por qué los líderes árabes no ayudan a los
palestinos en Gaza, en medio de las innumerables protestas en solidaridad con Palestina,
pues expresa que ese drama aterroriza a sus élites gobernantes por ser peligrosamente
desestabilizador. Egipto , Jordania y Arabia Saudita han tomado medidas enérgicas contra el
activismo pro-Palestina en sus propios países, pues es contraproducente para el ejercicio de
su poder, ya que son autocracias sin legitimidad y cooptan cualquier movimiento popular.
«Temen que abrir la esfera pública y permitir las protestas de solidaridad con los palestinos
pueda alentar las protestas contra el gobierno y sus políticas en otros ámbitos», dice Cafiero.
«Hoy en día, a los estados árabes no les gusta el nacionalismo palestino porque es una
fuente de movilización popular en las calles árabes», añadió. Empero, hacen gestos para
complacer a la opinión pública pero ningún país árabe quiere enfrentarse a Israel y menos
con Estados Unidos. Perfilan a un vecino no árabe Irán, chiíta, como más preocupante
porque tiene una red terrorista en Yemen, en Irak, en Líbano y Gaza con Hezbolá y Hamás.
Empero, para evitar esas presiones populares apoyan un alto al fuego en Gaza como
presiona Joe Biden para estabilizar la región. A los déspotas árabes solo les interesa cómo
mantenerse en el poder y no los sufrimientos palestinos. A muchos árabes les da vergüenza
pues a esos regímenes los consideran cómplices de lo que pasa en Gaza.

«La cuestión de Palestina es una cuestión de injusticia, y esa cuestión de injusticia es
interpretada por las masas árabes como un símbolo de una búsqueda de justicia en todos los
ámbitos, que también incluye la crítica a los regímenes autoritarios del mundo árabe que son
monumentalmente injustos», dijo H. Hashem, citado por Cafiero.

Por el momento, pareciera que el contexto es favorable para un cese al fuego, como sucede
en Ucrania en su guerra contra Rusia, ¿pero podrán los dirigentes sentarse a negociar? Esa
es la cuestión. Por lo pronto, Israel echa fuego a lo largo de su frontera sirio-libanesa que indica que no seguirá por ese camino.

Por lo pronto, Israel echa fuego a lo largo de su frontera sirio-libanesa que indica que no seguirá por ese camino.