Van más de 700 días en los que se le ha privado de libertad al periodista José Rubén Zamora Marroquín. Esta situación se debe a una persecución basada en casos fabricados por un Ministerio Público manipulado, una institución que con el paso del tiempo ha perdido su rumbo y ha tomado el camino de servir a los intereses del poder. 

El reconocimiento otorgado al periodista Zamora por la Fundación Gabo, por su excelencia en la investigación y su lucha frontal contra la corrupción a través de sus notas periodísticas, es un recordatorio de que en Guatemala contamos con profesionales con un alto grado de compromiso con la verdad, la justicia y, sobre todo, con el derecho a informar a la población. Con un enfoque apolítico, se atreven a exponer a figuras poderosas, incluso poniendo en riesgo su propia libertad o incluso su vida. Es evidente la forma en que se ha manejado el Caso Zamora, evidenciando la falta de objetividad del Ministerio Público. No se necesita ser un experto en derecho para identificar los múltiples esfuerzos por negarle un juicio justo.

La libertad de emisión del pensamiento, al igual que muchos otros derechos, se ha visto opacada con el paso del tiempo. A pesar de contar con un gobierno que dice tener buenas intenciones, seguimos teniendo pésimos diputados, jueces, fiscales y funcionarios encargados de impartir justicia. No podemos permitir que sigan al frente del Ministerio Público personas que generan serias dudas sobre su honorabilidad, ética y transparencia. La señora Porras, actual jefa del MP, ha sido señalada por Estados Unidos y otros países como un actor corrupto, al igual que el señor encargado de la FECI. Sin duda, nos encontramos en uno de los peores momentos de nuestra historia. Incluso, se ha revelado el caso de plagio en la tesis de la señora Porras para obtener un grado académico. Hemos llegado a un momento caótico, donde impera la avaricia, el descaro, la mentira y el fascismo.

Ebrias de poder, las élites económicas y políticas del país se han unido para eliminar todo aquello que les incomode. Incluso cada uno de los columnistas de este medio corre el alto riesgo de ser criminalizado. Sin garantías de seguridad, somos expuestos a la persecución por parte de aquellos que juraron impartir justicia. La libertad de prensa y la libre emisión del pensamiento son pilares fundamentales de la democracia. Como bien sabemos, no podemos afirmar que vivimos en libertad cuando este tipo de casos nos acechan.

Resulta incomprensible que diversas cuentas anónimas o incluso con nombre y apellido se atrevan a filtrar información por redes sociales sobre casos reservados o a amenazar a distintos ciudadanos con el fin de infundir miedo. Las cuentas conocidas como Netcenter representan un claro ejemplo de cómo el sistema está podrido y se brinda impunidad a quienes cometen actos ilícitos. Nos encontramos en una de las épocas con mayor avance tecnológico, sin embargo, persisten cuentas en redes sociales que representan una amenaza por su contenido altamente ofensivo y amenazante. El Ministerio Público no muestra interés en resolver esta situación que pone en riesgo a la población. 

La propia ONU ha calificado el Caso Zamora como un proceso judicial irregular y espurio. Uno de los motivos que resalta el Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria es que el periodista está siendo presionado por «motivos de opinión política», lo que pone de manifiesto la urgencia de atender esta situación. De lo contrario, la primavera que se prometió a los guatemaltecos podría no florecer.

Como ciudadano guatemalteco, exijo la libertad del periodista José Rubén Zamora Morquín, un profesional a quien, al igual que a muchos otros, se le está negando un juicio justo y transparente. Al mismo tiempo, expreso mi profunda preocupación por el actuar de la jefa del Ministerio Público, la señora Porras. Considero que no es la persona adecuada para el puesto, ya que su falta de honorabilidad y ética pone en grave peligro la seguridad de todos los guatemaltecos. Es de urgente necesidad nacional que renuncie y enfrente a la justicia por su mala gestión.

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