Pasos firmes o pasos en falso

Mariana Rohrmoser     mayo 21, 2024

Última actualización: mayo 20, 2024 6:23 pm
Mariana Rohrmoser

Mucho se está escuchando que el presidente no hace nada, que no actúa y que no ejerce su poder. Lo cierto es que, para saber, qué es no hacer nada, qué es actuar y qué es ejercer el poder, tendríamos que estar en esos zapatos.

Reitero que no escribo para defender a personas, sino todo lo contrario, escribo con el anhelo de hacer justa crítica de las circunstancias y ayudarnos a crecer como sociedad. En todo caso defiendo o critico causas o hechos, para generar debate y con ello replantearnos en qué estamos fallando, qué hacemos bien y qué hacemos mal. Deseo definir qué es lo que realmente queremos y hacia dónde deseamos reconducir a este país.  

Es verdad que estamos enfrentando decepciones, esperanzas fallidas y un aumento en la complejidad de la situación del país, pero sugiero recordar que las emociones que publicamos, todos las leemos, lo que se traduce en campo fértil para los que hoy se constituyen como detractores de esta democracia, generando un enorme debilitamiento y vulnerabilidad en el ambiente, en lugar de fortalecerlo.

El papel que desarrolla el presidente se vislumbra con niveles de presión constante y bajo un escrutinio público creciente. Cada decisión que toma es analizada y criticada por la población. Suponemos que balancear los intereses de los diversos sectores de los cuales se compone este país, debe ser absolutamente difícil. Sin embargo, asumido este papel, no queda más que ejercer ese liderazgo y tomar las riendas del país, obligándose a tomar las decisiones más acertadas en beneficio de la mayoría.

Dejarlo solo no lo considero una opción. Apoyarle y brindarle ese acompañamiento, es necesario. Pero como todo en esta vida, las cosas son de doble vía, por consiguiente, éste, también debe abrir sus puertas, saber escuchar a su pueblo y sobre todo a aquellos que más le apoyaron. Me refiero a los pueblos originarios, sociedad civil y a esa fuerza inminente, llamada juventud.

Por alguna causa, muy frecuente, los presidentes se rodean de ciertas personas, sus asesores, que conforman ese círculo de allegados que les guían y aconsejan en la toma de múltiples decisiones. Dicho círculo es coloquialmente conocido como la rosca. Hace un par de días se publicó en redes y medios sociales el círculo de confianza del actual presidente y a diferencia de los anteriores, pudimos identificar a personajes honorables, de prestigio y capacidad. – Hago un importante paréntesis y aprovecho el momento para manifestar mis profundas condolencias a la familia Villagrán y al Señor presidente, por el muy lamentable fallecimiento del Dr. Francisco Villagrán De León, quien fuere parte de ese círculo de asesores y de los más cercanos a aquél. Siempre una verdadera pena su repentino deceso y no se diga en estos cruciales momentos. Tuve el honor de conocerle y participar en varios espacios con su persona, dejando en todos nosotros sus grandes y notables conocimientos. ¡Mucho le extrañaremos! Que su legado viva y siga siendo guía para el presidente Arévalo. –   

Retomando al tema de estos círculos estrechos de asesoría y confianza, resulta inevitable el surgimiento de varios efectos negativos, mismos que hacen peligrar la objetividad y el enfoque de los mandatarios. A pesar de contar el presidente Bernardo Arévalo, con personas muy capaces dentro de este círculo, pareciera que se ha rodeado de uno muy cerrado, el cual podría llevarle a un entorno en donde sólo escuche opiniones similares a las de él. Esto puede provocarle, dejar de ver con amplitud la diversidad de perspectivas necesarias para la toma de decisiones efectivas. Recordemos que al estar dentro de un mismo circulo, no sólo el presidente queda encerrado dentro de éste, sino todos los que se encuentran en él, alejándose de la realidad, así como de la temperatura del exterior, pues juntos y dentro de su capullo, la luz no siempre penetra, nutriéndose únicamente del mismo calor que mutuamente se generan y les arropa, dejando de percibir el frío que hace afuera.

A diferencia de ello, cuando se está en campaña se sale a la calle, se extiende la mano y se escucha la voz del electorado. Lamentablemente cuando se asumen los puestos, se nubla la vista, surgen las miopías y se sucumbe a los sesgos de quien ostenta el poder, evitando que éste se ejerza de manera sagaz y eficiente.

¿Habrá perdido contacto el presidente con la realidad? ¿Será que no percibe que los ánimos descienden y que se están caldeando? La población está inquieta y comienza a desesperarse.

Para calmar los ánimos, tratamos de recordar que hemos sufrido mucho, que son años de aberrante corrupción, que aún no hemos llegado ni a medio año de gobierno, que por alguna causa no se realizan cambios en puestos clave, entre otras cosas. Todo lo anterior es válido, pero también se recuerda que las excusas son fuentes de inacción, las cuales es bueno atacar, para evitar hacernos inmunes a la realidad. 

Los que por alguna causa gozamos de la pluma y la posibilidad de ejercer la libre emisión del pensamiento, consideramos justo y necesario y con el debido respeto, hacerle ver a quienes nos gobiernan, que ese encierro y blindaje que se está percibiendo, puede pasarnos grandes facturas.

Es cierto que vivimos en el país de las desconfianzas y no a cualquiera se le puede invitar a ser parte de ese círculo que rodea al mandatario, pero la inteligencia y la experiencia serán elementos clave para el discernimiento.   

Estamos claros que no se trata de caer en las ansiedades de los pueblos, pero también saber escuchar a la ciudadanía, no sólo es importante, sino que debe ser parte del paquete de consejos que al presidente se le debe dar. No a toda crítica se le debe dar oídos, pero la asesoría asertiva sabrá identificar la diferencia. Un gobierno que manifestó ser de puertas abiertas y dar cabida a sus ciudadanos para cogobernar, deberá ser muy cauto para no lesionar las relaciones que lo unen a su gente. Este pueblo no aguanta más a que sólo le den las gracias, ser parte de la respectiva foto y ver que se sigilosamente se regrese al núcleo que le acobija y mantiene estuoso. Todo esto genera grandes decepciones y desilusiones. Quienes aún tenemos la dicha de seguir en contacto con la ciudadanía que ejerce su opinión y critica con fundamento, pedimos se tome en cuenta la crítica constructiva y se amplíe el horizonte.

Los ciudadanos conscientes entendemos perfectamente que todo lo anterior constituye un enorme reto, pero asumido este no queda más que arriesgarse y tomar la alternativa de la ventura de todo lo que se devenga. Pretender gobernar bajo el exclusivo sonido arrollador que se escucha adentro del capullo, no permitirá a los actores principales de esta historia, salirse de su zona de confort y medir las graves consecuencias de su destino. Pretender ser un presidente social demócrata, dejando de lado la palabra que lleva implícita la colectividad, resulta contradictorio y no hace para nada ningún sentido.

En mi calidad de simple ciudadana, me permito recomendar no caer en el aislamiento y el hermetismo. Deben atenderse las verdaderas preocupaciones de la población y dar cabida a ideas innovadoras que pudieran brindar salida a distintas problemáticas que afligen al país. Tomar decisiones no examinadas por otros estrategas, puede generar una corta estrategia y exacerbar los ánimos, tanto de los buenos, de los no tan buenos, así como de los perversos, alimentando preocupantemente sus narrativas de desestabilización. Las informaciones que llegan a un mandatario nunca deben ser filtradas o sumergidas en el sesgo de la supuesta única verdad.

Toda centralización es mala o puede propiciar todo lo contario a una democracia, reduciéndose la participación ciudadana, la supervisión efectiva de las decisiones presidenciales, la rendición de cuentas y hasta la transparencia. Si realmente estamos dispuestos a construir un Estado de Derecho, las decisiones importantes deben ser ampliamente comunicadas, tomadas con las consultas necesarias que abriguen legitimidad y la aceptación pública.  No hay que permitir contagiarse de la irritante efervescencia de buena parte de la ciudadanía, pero sí saber atender a las razonables y contundentes demandas de ésta, para no olvidar las promesas de campaña.

Todo lo anterior, me lleva al inicio de este artículo y enfatizo que no es para nada conveniente percibir una baja en la aceptación de este gobierno, entendiendo perfectamente que no debe ser fácil estar en esos zapatos, pero que es necesario saber ponérselos correctamente, amarrase bien las correas para evitar dar tropiezos, pasos en falso y torcidos, sino certeros, contundentes y con firmeza.

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