«Más allá de las palabras»

Mi’nawee’ López González

junio 1, 2024 - Actualizado mayo 31, 2024
Mi’nawee’ López González

Durante mi crecimiento personal y profesional, he aprendido a apreciar, valorar y tener una mayor conciencia de lo que está a mi alrededor, de lo que viven los otros y de cómo su entorno puede afectar la toma de decisiones en un momento crucial. Este proceso de aprendizaje no ha sido sencillo, pues realmente dimensionar e interiorizar la vivencia y experiencias de vida de los demás es una tarea difícil de asimilar. Ser empático con las personalidades, visiones, convicciones y puntos de vista de las diferentes realidades requiere un esfuerzo constante y una apertura mental genuina.

Menciono lo anterior, porque vivimos en una sociedad donde las palabras y las acciones frecuentemente no coinciden, donde los discursos van encaminados a quedar bien con los otros sin ser conscientes de lo que representan las palabras en los demás para la espera de una puesta en acción, y esto en el ámbito político, es común. La desconexión entre lo que se dice y lo que se hace, es evidente.

Claro está que la desconfianza y el escepticismo hacen menos probable la efectividad de las políticas implementadas por los tomadores de decisión en las diferentes instituciones, teniendo un impacto negativo en la percepción pública. En esta coyuntura, donde la necesidad de cambio se encuentra a flor de piel, es crucial entender que la coherencia entre las palabras y las acciones es fundamental. No basta con que se hable de inclusión, igualdad y respeto, si las acciones diarias no reflejan lo que se dice.

Las palabras tienen un poder increíble; pueden inspirar, motivar y transformar, pero también pueden decepcionar y desilusionar cuando no están respaldadas por acciones concretas. En el contexto político, es esencial que los tomadores de decisión sean conscientes del peso de sus palabras, de la percepción que generan, y por supuesto, del actuar dentro de la administración pública.

La situación de los pueblos indígenas y otras comunidades vulnerables es un claro ejemplo de esta disonancia entre discurso y realidad. A pesar de los múltiples discursos que hablan de inclusión, igualdad y respeto, las acciones de los tomadores de decisión frecuentemente reflejan lo contrario. La falta de representación en las instituciones públicas, la exclusión de los procesos de incidencia, la continua discriminación y racismo son evidencias de que las palabras no siempre se traducen en hechos.

Por lo que, es necesario adoptar formas que reflejen coherencia e integridad en la toma de decisión, para iniciar a construir congruencia entre el discurso y la acción. Mostrando que existe empatía, consciencia y apertura a escuchar y comprender asertivamente los diversos contextos, vivencias y experiencias de las diferentes poblaciones, y que no solo es parte de una estrategia, sino un objetivo común y de Estado.

Por tanto, debemos recordar que la verdadera transformación social y política empieza cuando existe una doble vía de intercambios objetivos y congruentes para el bienestar común, donde una ciudadanía activa y participativa cuestiona y exige políticas enfocadas en el desarrollo integral de todas las personas, y tomadores decisión que actúan y van más allá de las palabras.

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