La oligarquía de magnates estadounidenses siempre ha influido en la política desde el siglo XIX pero son ministros (secretarios) de las distintas carteras o ministerios. Otros de sus pares estaban dentro del Capitolio escuchando el discurso de su patrón, el nuevo Darth Vader de la Casa Blanca, que hablaba del “destino manifiesto” de Estados Unidos, como si las agujas del tiempo pudieran remontarse cuando surgió esa idea que idealizó a los blancos estadounidenses como enviados divinos para hacerse cargo de todo Norteamérica el siglo XIX aunada a la idea que América (el continente) era solo para los estadounidenses. Recordó las políticas proteccionistas del ex presidente McKinley que se enfocó en la implementación  de altos impuestos a las importaciones a fines del siglo XIX para restaurar la prosperidad de Estados Unidos que no salían del pánico financiero ocurrido en 1893. En un momento dado surtió efecto, pero no en el mediano plazo. En 1898 invadió Cuba y ocupó las últimas colonias españolas en el Caribe (Puerto Rico) y las Filipinas.

Si bien en la actualidad el derecho internacional se desplomó en 2023 cuando Rusia invadió Ucrania en violación al mismo,  más lo ocurrido en el último año en Medio Oriente, la misma onda va seguir  ya que Trump reclamó a Dinamarca que le entregara Groenlandia (cuya población inuit reclama su autodeterminación), y amenazó con ocupar el Canal de Panamá, en compensación porque era muy caro el pasaje para los buques estadounidenses, incluyendo los de su armada, amén que está en manos chinas (algo que no se puede probar). Para mientras ha impuesto el 25% de gravamen a todos los productos importados, que, necesariamente van a a afectar a los países exportadores y tendrán que responder de igual manera, en lo que va a convertirse en una guerra comercial que, históricamente, va a llevar al declive de la economía mundial como fue el caso hace un siglo, y que llevaría a la recesión mundial.

Para el fundador de la Universidad Francisco Marroquín, creyente en el libre mercado, esa acción de Trump es toda una herejía. Trump en su discurso quiso emular a J.F. Kennedy cuando este dio su discurso inaugural cuando se comprometió a llevar una nave tripulada a la luna, pues dijo que dará su apoyo al proyecto (de Elon Musk) de aterrizar en Marte. Como no podía ser de otra manera, Trump indicó que Dios le salvó la vida cuando sufrió un atentado al rozar una bala su oreja, atentado que tuvo el efecto contrario al de su victimario porque ese incidente (como en el caso de Bolsonaro) lo catapultó arriba de las encuestas frente a Biden. Dios lo había salvado para que cumpliera su misión (no dijo divina, pero casi) para llevar a cabo su plataforma política y eso se lo han creído los millones de evangélicos de todos los colores, los jóvenes en especial, que le dieron su voto. En síntesis, los magnates de las grandes corporaciones ahora son los dueños de la democracia estadounidense, democracia que se verá cuán resiliente es, para resistir los embates de la nueva oligarquía, entendida como una forma de gobierno en la que el poder lo ejerce una minoría que gobierna para satisfacer sus propios intereses.

El autoritarismo de esa minoría en apoyo de su patrón pone en riesgo la democracia porque, como Mussolini, al ganar las elecciones, se infla el ego del líder y se hace fácil que hará purgas como sucedió en Italia hasta que se convirtió en dictador como se han repetido en otros países y ahora eso está en perspectiva en Washington. ¿Podrá resistir las instituciones democráticas este autoritarismo a la vista donde la intimidación sustituirá el Estado de Derecho y que las milicias puedan entrar a operar como los camisas negras del fascismo como sucedió en la sublevación del 6 de enero de hace cuatro años en el Capitolio, donde ayer 20 de enero, Trump fue juramentado como el 47 presidente de Estados Unidos, un autócrata con un gabinete de incapaces pero leales, muchos de los cuales que solo van a pensar en enriquecerse  como sucede con otras oligarquías con un autócrata al centro del poder? Ahora, si no hay derecho internacional en el escenario internacional, ¿con qué derecho van a poder reclamar los millones de migrantes de nuestros países cuando sean expulsados como si fueran animales? Lo cierto es que sin derecho el poder del más fuerte será ejercido y prevalecerá la ley de la selva.