La distribución desigual de las responsabilidades domésticas ha sido un tema persistente en la lucha por la igualdad de género. A pesar de los avances en la equidad, las mujeres continuamos enfrentándonos a una carga desproporcionada en el hogar. Por lo que a mi criterio es preciso que examinemos la falta de apoyo de los hombres hacia las mujeres en las tareas domésticas.
Las mujeres todavía dedicamos significativamente más tiempo a las tareas domésticas que los hombres, incluso cuando ambos trabajan fuera de casa. Las mujeres efectuamos labores en el hogar alrededor del doble de tiempo que los hombres, pese a que hemos avanzado, la desigualdad no solo afecta nuestra calidad de vida, sino también nuestra participación en el mercado laboral y desarrollo profesional. Pues se invisibilizan las labores domésticas y se tiene la percepción de que éstas son tareas que deben realizarse por las mujeres.
Desde una edad temprana, a los niños se les enseña que las tareas domésticas son responsabilidad de las mujeres, lavar los platos, recoger la mesa. Mientras que a los hombres se les alienta a buscar el éxito en el ámbito laboral, si ellos afuera nosotras en la casa. Muchos hombres aún se aferran a roles de género tradicionales, donde consideran que su responsabilidad principal es proveer económicamente para la familia, dejando las labores del hogar en manos de las mujeres. Y algunos, simplemente no son conscientes de la carga adicional que significa para las mujeres encargarse de la mayoría de las tareas domésticas y suelen subestimar su importancia.
Las mujeres nos enfrentamos a un mayor estrés y agotamiento al tener que equilibrar las responsabilidades del trabajo y del hogar. La falta de apoyo en las tareas domésticas puede llevar a que las mujeres descuidemos nuestro propio bienestar físico y emocional, ya que la carga desproporcionada de las tareas domésticas puede obstaculizar nuestra participación plena en el mercado laboral, contribuyendo a la brecha de género salarial y de oportunidades.
Es fundamental que haya una distribución de las responsabilidades domésticas, pues éstas por ser labores se ejercen en la vida privada se invisibilizan y menosprecian. Por ejemplo, las nuevas generaciones no son conscientes sobre la importancia de compartir las tareas del hogar de manera equitativa, para desafiar los roles de género tradicionales.
Como Estado, considero que es importante que desde las escuelas se puedan promover ejemplos positivos de hombres que participan activamente en las tareas domésticas puede ayudar a cambiar las normas sociales y culturales.
La falta de apoyo de los hombres hacia las mujeres en las tareas domésticas es un problema arraigado en la desigualdad de género y que persiste por esos esquemas patriarcales que continúan en nuestra sociedad. Para lograr de alguna manera la igualdad y equidad en este tipo de labores, es necesario desafiar las normas sociales y fomentar una distribución equitativa no solo en el hogar sino en distintos ámbitos sociales.
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