Fui a visitar a J. Rubén Zamora hace quince días. Lo encontré entero, no abatido, a pesar de las torturas que ha sufrido, muy lúcido. Quijotesco y, por tanto, valiente. Después que su juicio fue anulado hace meses, la próxima citación en el tribunal era para agosto. Pero se anticipó una audiencia especial para conocer su pedido de gozar de prisión domiciliaria y le fue acordada por un tribunal, aunque seguirá en prisión por otro delito, de falsificación de documentos, algo en verdad sin sentido, según Jorge de León Doque, ex Procurador de Derechos Humanos, su abogado actual. Ya ha sufrido demasiado: más de seiscientos días en una pequeña habitación. Por décadas fue perseguido y vejado por el gobierno de A. Arzú cuando dirigía Siglo XXI y luego por Alfonso Portillo por cuestionar la corrupción oficial de su gobierno. Igual pasó durante la administración de A. Colom al cuestionar a la oscura Sandra Torres, pues fue secuestrado en venganza por editar artículos en su contra. De igual manera sucedió con A. Giammattei por dar a luz varios casos escandalosos de corrupción y al cuestionar a la pareja sentimental del presidente que hurtó a manos llenas del erario público con impunidad, como gozan los políticos nefastos que tienen poder. Giammattei se vengó de Zamora y ordenó llevarlo a la cárcel y procesarlo por lavado de dinero por vender una pintura de su propiedad.
En la prisión su pequeña habitación dispone de baño, una ventana cerrada y una puerta de hierro en el sencillo complejo carcelario del cuartel Mariscal Zavala. Para llegar allí hay que tomar la Calzada de La Paz y estacionar el carro en el Centro Comercial Amelia, en la Colonia Lourdes de la zona 16. La entrada está a la vuelta. Toqué el portón de entrada de metal oxidado sin ningún letrero frente a un pequeño estacionamiento de autos. Me identifiqué con los guardias con mi DPI, me revisaron e indiqué a quién iba a visitar. Enseguida uno me anotó en un gran cuaderno y me indicó el camino a seguir entre pinos empolvados y hojas secas bajo un abrasante calor. Caminé cerca de siete cuadras entre pinos y llegué a una garita sencilla. Me identifiqué con un guardia y otro me revisó de pies a cabeza. Menos mal dejé mi teléfono en el auto. El guardia me acompañó a un lugar cerrado por verjas tapadas y pidió a sus compañeros del otro lado que abrieran la puerta. Al ingresar, otros guardias me pidieron mi documento de identificación y de nuevo me revisaron. Fueron a avisar a Zamora que tenía una visita. Y salió a recibirme por el patio de grama seca y entramos a su pequeña habitación: dispone de una cama individual y dos sillas de plástico. Le entregué mi libro de Historia de las Relaciones Internacionales de Guatemala y una bolsa con peras. Vestía playera blanca, pantalón negro y zapatos tenis. Ha mejorado su situación luego que Bernardo Arévalo asumió la presidencia pues antes la puerta permanecía cerrada y ahora puede abrirla a su gusto durante el día, me indicó. Además, recién le dejaron entrar un horno pequeño y una mesita con una librera de plástico para poner sus libros y utensilios. Cuida su apariencia y llevan su bien puesta cabellera blanca tupida. Lo conocí de saludo antes de entrar como columnista de elPeriódico pues su subdirector José Carlos Móvil me abrió el espacio. Pero en su diario nos respetamos como articulistas y acepté sus consejos cuando surgía alguna controversia con otros por mis escritos. Hablamos de la fiscal actual y de su irregular inclusión entre los abogados que fueron seleccionados por las comisiones de postulación en 2018, pues ella no estuvo entre los mejores calificados, pero una resolución de la Corte de Constitucionalidad hizo presión para que fuera considerada por Jimmy Morales entre la terna de los dos abogados mejor evaluados y él la escogió pues era la indicada por los uniformados que lo llevaron a la presidencia. Me contó cuán difícil fue el infierno que sufrió durante los primeros meses de su reclusión pues fue objeto de ruidos nocturnos y luces en su ventana para impedir que pudiera dormir, siempre cerrada y sin cortinas con el mismo objetivo. Además, encontró un sobre con chinches, pulgas y otros insectos similares que lo atacaron en la cama y por meses sufrió picaduras de estos insectos en especial de uno que se introduce en la piel y que atacó su sistema y eliminó la mielina que cubre los nervios. Por ello sufre cuando su piel toca una sábana pues la mielina nunca se recupera cuando se pierde. Fueron actos de tortura innegables, lo mismo que tenerlo casi en solitario largo tiempo en ese cuarto. Seguimos hablando de política local. Algunos amigos de Bernardo creían en él, pero apoyaron a Mulet porque tenía más posibilidades, según se enteró. Pero fue una agradable sorpresa que saliera en segundo lugar en las elecciones, listo para pasar a segunda vuelta, seguro ganador de la contienda contra Sandra Torres. Por tanto, el sistema corrupto se le vino encima ante esa sorpresa pues rajó la granítica dictadura del Pacto de Corruptos.
La tortura debe terminar. Enhorabuena por el último premio de excelencia que le otorgó la Fundación Gabo por ejercer el periodismo libre en defensa de la democracia y en contra de la voraz corrupción de gobernantes y funcionarios ligados a mafias enquistadas en los tres poderes del Estado. Es tiempo que nuestro presidente apriete las tuercas para que tengamos un ministerio público al servicio del pueblo, no una fiscal protectora del sistema como sucede con una contraloría general que poco investiga la corrupción y mira a otro lado. La lucha sigue por un nuevo MP, una Corte Suprema renovada y una CC que no invente cuentos jurídicos y se aferre al contenido y espíritu liberal de la Constitución.
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