Haití triste historia

Sumido en una eterna crisis sociopolítica, hoy Haití no tiene ni presidente, ni primer ministro, ni gobierno, ni parlamento.

Rafael Paiz

abril 21, 2024 - Actualizado abril 21, 2024
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El pasado 4 de marzo Haití volvía a ser protagonista de los noticieros. Como es usual, las imágenes eran dramáticas. Las pandillas estaban tomando el control de Puerto Príncipe. En directo se observó cómo liberaban dos prisiones con casi cinco mil reos. Curiosamente, los prisioneros colombianos acusados de asesinar al presidente Moise en 2021 no se fugaron en ese momento. Fue así como, se develó ante el mundo el líder de este movimiento Jimmy Chérizier alias “Barbecue”.

El apodode Barbecue lo debe a su madre vendedora de carne asada y no a su supuesto canibalismo. Es un expolicía sancionado por la ONU. Su participación directa en las masacres de Grand Ravine y de La Saline, donde murieron decenas de personas ha forjado su reputación de desalmado. Las acciones que dirigió en marzo lograron que el primer ministro Haitiano Henry dimitiera. Fue así como Chérizier se convirtió en el hombre fuerte de su país.

Tras el asesinato del presidente Moise en 2021 la situación ha sido muy delicada. llegando al paroxismo en marzo pasado, cuando las pandillas lideradas por Barbecue intentaron tomar el aeropuerto. Sumido en una eterna crisis sociopolítica, hoy Haití no tiene ni presidente, ni primer ministro, ni gobierno, ni parlamento.  Careciendo de alguien que lo dirija desde hace más de un mes.

El fenómeno de las pandillas es de larga data. Los primeros rastros se remontan a los temibles “Tonton Macoutes”. Milicia, que se creía era dirigida por sacerdotes vudú, que sembró el terror durante la dictadura de los Duvalier, quienes los utilizaron para controlar a la población. A principios de los años noventa, durante la dictadura de Cedras, fue el turno de los “Attachés”. Ya en este siglo en 2004, durante el gobierno de Aristide los “Chimères” implantaron nuevamente el pánico entre la población. Hoy es Barbecue y su pandilla “G9 y Familia” quien toma esa ominosa estafeta.

Actualmente la situación en Puerto Príncipe y su conurbado puede catalogarse como cataclísmica. Pese a fracasar en la toma del aeropuerto, estos grupos antisociales, controlan el ochenta por ciento de la capital. En las carreteras cometen exacciones. En los barrios todo tipo de atropellos. Con lujo de violencia, amparados en un manto de impunidad, han sometido y obligan a la población a padecer asesinatos, secuestros, extorsiones y violaciones; sin que exista la más mínima esperanza de justicia.

Es lógico preguntarse cómo es que estos grupos terroristas que, aunque muy bien armados, no superan los pocos miles de personas, han llegado a imponerse. Las respuestas a esta interrogante son múltiples y complejas. Sin embargo, la principal causa es la ausencia del Estado. La Naturaleza tiene pánico del vacío y ante el retroceso sistemático de la institucionalidad, estos espacios son tomados por esta delincuencia muy bien organizada.

A diferencia de escenarios con condiciones similares en otras latitudes. Es importante entender que, por su esencia, las pandillas no buscan agenciarse del poder. Al no tener motivaciones étnicas, ideológicas ni religiosas, estos grupos nihilistas únicamente se mantienen delinquiendo para generar caos y violencia. El trasfondo de toda esta situación radica en que actúan con la connivencia de castas políticas y oligarcas corruptas. Quienes, los instrumentalizan con el fin de enriquecerse y mantener sus privilegios a costa del sufrimiento del pueblo haitiano.

La posición geográfica lo ha vuelto un paso para el trasiego de todo tipo de ilícitos. Traficantes de droga, dinero, armas y personas han hecho de ese país un centro logístico entre el sur, el centro, el norte de América y Europa. Sumado a esto las escasas fuerzas policiales del país no superan los ocho mil elementos y están pobremente equipadas a causa de un embargo. 

En octubre se cumplirán treinta años de la operación Uphold Democracy, en la que una fuerza de la ONU encabezada por los EE. UU.restableció en el gobierno a Aristide. Desde entonces prácticamente han vivido bajo la tutela internacional. A pesar de ello, hoy Haití es considerado por muchos expertos como un estado fallido. Es prudente profundizar en cual ha sido el rol y las consecuencias de esas intervenciones y, sobre todo, plantear la interrogante de si ¿quizás no ha sido también fallida la estrategia de la comunidad internacional en ese país? 

De momento, un Concejo Presidencial de Transición fue conformado con siete miembros y dos observadores. Sin embargo, este adolece de legitimidad entre la población, ya que está integrado por esas castas corruptas que en buena medida son responsables del caos actual. El principal mandato de esta instancia es poder realizar elecciones y entregar el poder a un presidente electo el 7 de febrero del 2026. Para ello, antes deben garantizar la mínima seguridad.

Carente de funcionarios capaces de gobernar. Sin recursos económicos para desarrollar políticas públicas. Con la incógnita de recibir apoyo internacional para estabilizar la nación. Con la desconfianza generalizada de la población. La tarea del Concejo Presidencial de Transición es titánica. Será necesario que surja un héroe, un “Teseo” o una “Ariadna”, para entrar en ese laberinto y salir victorioso ante el monstruo de capacidades mitológicas que acecha a Haití. 

Más de dos cientos años han pasado desde que Haití proclamó a sangre y fuego su independencia. Dos siglos han trascurrido desde el primer y único triunfo de una revolución de esclavos. Cuarenta lustros han transcurrido a partir del día que Francia le impusiera una terrible indemnización de ciento cincuenta millones de Francos Oro por su independencia.  Tiempo en el que la población haitiana no encuentra una luz al final de su túnel. De momento, solamente han vivido una triste Historia.

Guatemala, 21 de abril del 2024.

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