Edmundo Vázquez dice que tenemos que replantear todo lo malo que obstaculiza el desarrollo de Guatemala y, en ello, cómo salir de la esclavitud en que nos tienen «la vieja» que se cree la jefa del país. La inversión no se desarrollará debido al triste legado del Pacto de Corruptos durante los últimos tres gobiernos: tenemos una pésima infraestructura (carreteras, puertos, aeropuertos, escuelas, sanatorios); el agua sigue privatizada por los ´dueños del país´ (a falta de una ley) y cada vez va a ser más escasa; los mares de basura se incrementan y van a dar los ríos y lagos que hacen a este territorio un estercolero completo y sus playas por igual, mientras en los océanos «desaparecen» los deshechos. La incapacidad y la tremenda corrupción de las “autoridades” oscuras del pasado y algunas presentes aún han ido de la mano para generar el cáncer en el ejecutivo, judicial y legislativo, las municipalidades, con excepción de algunas como San Pedro La Laguna que son ejemplos de cómo limpiar el lago, pero faltan todas las demás.
La incapacidad es general porque los puestos altos y medios en los gobiernos anteriores han llegado a esos cargos por compadrazgos de los políticos de turno y ningún ministerio o ente público se salva de ello y su burocracia rutinaria, con alcaldes que no han pasado de secundaria. Además, los gobernantes se han dedicado a cuidar sus espaldas y han cooptado al MP, a los magistrados y jueces para que no los procesen o los saque de la cárcel. Son los mismos que se sacudieron a la CICIG con la ayuda de Trump, Nikky Haley y los embajadores de Jimmy en Washington (Espina) y en la ONU de Nueva York (Skinner Klee) a cambio de recibir órdenes de Trump sobre temas migratorios y de trasladar nuestra embajada a Jerusalén como hizo Trump para enojo de los árabes y felicidad de los evangélicos estadounidenses que defienden a Israel a capa y espada junto con sus filiales en Guatemala y Honduras, cuyo presidente, Juan Orlando Hernández actuó igual pero aún así fue sentenciado en Estados Unidos por narco. rLos problemas se agravan con el cambio climático en el planeta.
Guatemala tiene un déficit de unos 200 millones de metros cúbicos de agua al año debido a muchos factores, empezando por la destrucción de los ecosistemas naturales con bosques que ahora cubren sólo una tercera parte de nuestro territorio, consumida por la generación de energía eléctrica, la industria, la ganadería y el acaparamiento de los ríos; y el aumento de la población se duplica cada veinte años. Es importante tener una ley de agua para cuidarla pues es un derecho humano.
La capital drena todos sus desechos al río Motagua y la otra mitad se va hacia el sur, al río María Linda, que va al lago Amatitlán. La Alianza por la Cuenca del Motagua ha comenzado pero los encargados solo se la pasan en reuniones sin tomar acciones como una cruzada nacional. El relleno sanitario de la zona 3 capitalina vierte por un río su desechos a Chinautla y van al Motagua. Los lagos están contaminados también por la agroindustria de la palma africana y la minería, en especial de níquel, en el lago de Izabal (Proyecto Fénix). En las ciudades, debido a la cobertura de cemento, cada año los pozos se hacen a mayor profundidad hasta que se secarán un día, mientras sigue la proliferación de edificios y Tu Muni aprueba los proyectos, mientras el agua ya escasea. Buena noticia: las municipalidades deberán limpiar las aguas residuales.
Si bien en el plano general la crisis del transporte nacional tuvo como responsables de origen a Sinibaldi y Baldizón por el caso Odebrecht, la municipalidad de Guatemala no se ha quedado atrás, pues mantiene pésimo el transporte público como si fuera a propósito: ha rechazado varios proyectos autofinanciables para construir metros sin gastar un centavo del erario nacional. Quizás porque no le interesa construirlo ya que privilegia a las agencias que venden motos cuyos dueños están cercanos a la alcaldía. Si no compran su moto los trabajadores seguirán sufriendo cuatro horas de viaje ida y vuelta de sus hogares a su trabajo. Eso es una forma de corrupción e irresponsabilidad. La corrupción también se observa en el ´fideicomiso´ que atiende Transmetro, que está encargado de comprar los buses capitalinos a una empresa de sus familiares.
La realidad es que los empresarios, trabajadores, amas de casa, niños, adultos mayores, sufren en la capital por el tráfico vehicular teniendo soluciones que no implicaría gastos alguno para la muni ni el Estado. El mal estado de carreteras, aeropuertos y puertos a punto del colapso fue por la falta de mantenimiento de los últimos gobiernos hiper corruptos avalados por gran parte del sector privado, y ahora los magnates se hacen los chiquitos, como si no tuvieran nada que ver en el desastre actual en el que participaron. Ahora le exigen al gobierno de Arévalo que resuelva los cuellos de botella de nuestra terrible infraestructura como si tuviera una varita mágica. El sector privado debe hacerse una autocrítica, al menos, por su dejadez y complicidad en la corrupción oficial de los gobiernos de Pérez, Jimmy y Giamma, de ingrata recordación para nuestra historia. No obstante, tiene Arévalo la oportunidad de definir una estrategia nacional para solucionar a corto y mediano plazo los problemas del transporte, agua y basura con la ayuda de los bancos internacionales, aunque algunos han sido cuestionados por plegarse a la corrupción de los funcionarios de turno. Pueden leer estos links: Urge salvar nuestra infraestructura del colapso
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