Guatemala y Centroamérica enfrentan una coyuntura crítica. La llegada al poder de Donald Trump reaviva interrogantes sobre el futuro de las relaciones con Estados Unidos. En su primer mandato, Trump priorizó el freno a la migración ilegal y una política de “América Primero”, decisiones que redefinieron el tipo de relación del gobierno de aquel país con la región. Entre otras medidas, la vez anterior Trump impulsó una política migratoria mucho más restrictiva que la de sus antecesores, renegoció el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (EE.UU.-México-Canadá) y amenazó varias veces con gravar las remesas internacionales. ¿Qué le depara un Trump 2.0 a Guatemala y cómo puede posicionarse el país frente a este escenario?
Guatemala afronta un equilibrio frágil entre amenazas y oportunidades. El endurecimiento de la política migratoria de Trump podría tener impactos significativos en las economías del Triángulo Norte. Las deportaciones masivas, aunque suelen presentarse como una medida de protección del empleo estadounidense, también generan costos para la economía de Estados Unidos. Los migrantes contribuyen en gran medida a sectores clave como la agricultura, la construcción y los servicios, y su salida forzosa podría exacerbar problemas de escasez laboral en esas industrias. Esto constituye un freno natural a las amenazas de deportaciones generalizadas, lo que podría abrir espacios de negociación para Guatemala y la región. Por otro lado, la intención de gravar las remesas plantea riesgos no solo para las familias receptoras, sino también para el consumo interno y las cuentas externas Gautemala. Las remesas han sido un pilar del equilibrio macroeconómico en Guatemala, compensando déficits comerciales y sosteniendo niveles de importación que, de otro modo, serían insostenibles. Garantizar su flujo ininterrumpido es esencial para evitar crisis económicas de mayor calado.
En medio de estos desafíos, Guatemala tiene la oportunidad de posicionarse como un aliado estratégico para Estados Unidos. La política de “re-hemisfering” promovida por Trump, que busca relocalizar cadenas de suministro desde Asia hacia el hemisferio occidental, podría beneficiar a Guatemala si logra ofrecer condiciones atractivas para la inversión. Su ubicación estratégica, complementada con inversiones clave en infraestructura logística, no solo permitirían al país convertirse en un aliado potencial de EE.UU. en materia económica, sino colaborar con sus estrategias hemisféricas para frenar la migración irregular y combatir el crimen transnacional. Además, el reconocimiento diplomático de Taiwán por parte de Guatemala, en contraste con el acercamiento de otros países de la región hacia China, le otorga un valor geopolítico único. Esto podría ser utilizado como moneda de cambio en negociaciones con Estados Unidos, especialmente en un contexto donde Washington busca contrarrestar la influencia china en América Latina.
Para aprovechar las oportunidades y mitigar los riesgos, Guatemala debe construir una agenda proactiva que combine desarrollo económico, integración comercial y estabilidad política. Es necessario adoptar políticas que combinen el control de la migración irregular con inversiones en sectores estratégicos para generar más y mejores empleos y reducir la presión migratoria. Es importante también avanzar en la diversificación económica; a el “re-hemisfering” para atraer inversiones estadounidenses, pero también explorar nuevos mercados para reducir la dependencia de Estados Unidos.
El regreso de Trump a la Casa Blanca representa tanto una amenaza como una oportunidad para Guatemala. Más allá de los desafíos inmediatos, el país tiene la capacidad de convertirse en un socio clave para Estados Unidos, si logra posicionarse estratégicamente y articular una agenda clara que equilibre los intereses de ambas partes. Guatemala no debe limitarse a reaccionar ante las políticas de Trump, sino anticiparse a ellas, utilizando sus ventajas geográficas, geopolíticas y económicas para construir un modelo de desarrollo que beneficie tanto a su población como a sus relaciones internacionales. Guatemala podría liderar una agenda regional junto con El Salvador y Honduras para negociar mejores términos con EE.UU. Esto fortalecería su posición y mostraría un enfoque más unificado y estratégico. En un mundo cada vez más incierto, la visión y la estrategia serán las herramientas más valiosas para convertir la incertidumbre en una plataforma para el crecimiento.
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