En el país libre del norte, los partidos políticos celebran los donativos que dan los más afortunados a los proyectos políticos en los que creen, porque como la fortuna es de ellos mientras vivan podrán gastarla o regalarla a voluntad, sin ningún tipo de empacho ni juicio. Allí está Elon Musk donando públicamente 75 millones de dólares para la campaña de Trump. O Miriam Adelson que destinó 100 millones para el mismo propósito. Los magnates aportan para apoyar proyectos creíbles para salvaguardar su país según ellos piensan, y los donativos se registran oficialmente, así como se anuncian y expresan abiertamente a favor de un norte. La candidata Demócrata, Harris, también ha expresado su entusiasmo por la gigantesca cantidad de donaciones recibidas de muchos grandes, medianos y pequeños desde el anuncio de su participación, en una competencia asombrosa. Las sumas elevadas se emplean para exponer las ideas, y cada partido hace lo suyo.
En Guatemala, a los donantes no les gusta exhibirse, menos después del precedente de los tiempos de CICIG cuando se condujo al banquillo de los acusados a un grupo de ciudadanos de altos recursos para pedir perdón, no por haber donado de sus bolsillos dinero para respaldar a Jimmy Morales con fiscales en todo el país el día de las elecciones para no dejarlo indefenso, sino porque la contribución no se reportó formalmente, con firma y sellito. Así es Guatemala, se peca por cautela. La delincuencia no tiene problema, se infiltra dividiendo, provocando montones de vehículos electorales sin ideas, porque lo único que quieren es recoger dulces en la piñata.
Aquí los donantes temen ser señalados de apoyar a un partido específico, para no ser atacados por buscar privilegios, sin consideran que la motivación es evitar que se vaya al garete el país, según cada quien. En los Estados Unidos los individuos apoyan las corrientes de pensamiento compartida, pero aquí se piensa mal, el que da la cara algo quiere, despertando con su prudencia el mal del aparecimiento de compañías electorales de responsabilidad limitada, que se reproducen como conejos para quedarse con algo del chinche que reparten en efectivo las organizaciones delincuenciales.
Para el próximo evento electoral, quienes tienen recursos y crean en el futuro del país, tendrán que participar claramente dando la cara, apostando por una idea, o continuaremos alimentando el atraso.
Es tiempo de desarrollar partidos políticos con ideas y recursos claros, reunir cuadros correctos y apartarse de las ratas ruines que se dedican a destruir reputaciones e impiden el desarrollo bloqueando todo avance posible por mala fe. Los donantes tienen que tomar partido, como ya hizo Von Ahn, y ubicarse donde corresponde a cada quien, alejados de las empresas electorales de ordeño de responsabilidad limitada que se constituyen para mamar de los fondos públicos y anónimos de la delincuencia, que luego desaparecen sin pena ni gloria, como ventas informales de feria o estación.
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