Cuidar de ella

“Personajes que resaltan las diferencias sin nublarse ni resentirse”

Méndez Vides

octubre 10, 2024 - Actualizado octubre 9, 2024
Méndez Vides

La literatura sin pretensiones se mantiene viva y fresca más allá de los límites del tiempo y espacio, es así como obras que asombran, encandilan y trascienden saltan por debajo de las piedras cuando menos nos lo esperamos.  

En los últimos meses saltó al escenario el novelista frances Jean-Baptiste Andrea (1971), con una novela singular, Cuidar de ella, que vale la pena devorar.  El autor principió escribiendo cine en inglés, y después de tres películas guardó silencio una década, y se lanzó a la novela.   Cada dos años ha publicado una nueva, empezando en el 2017, y la cuarta lo lanzó internacionalmente, porque Cuidar de ella, ya está traducida a variedad de lenguas, y apenas ganó en el 2023 el Premio Goncourt, galardón de lujo que se otorga a la considerada mejor novela publicada en el año, que funciona desde principios del siglo XX, muy aspiracional, aunque el premio solo significa 10 euros, pero expone al autor al gran público.

La novela tiene la particularidad de enfocarse en personajes extraños, diferentes, como el protagonista Mimo, que es aprendiz de escultor, más hábil que el maestro para picar el mármol y listo para alcanzar la gloria, o su contraparte, Viola, la niña hija de los Orsini, que no está dispuesta a casarse.  Heredera de una familia poderosa, habitantes del palacio con jardines donde los matorrales son esculturas vivas.   A Viola le gusta correr por el cementerio en las noches.   Y también aparecen otros personajes especiales, como el lerdo Cláusula o el mudo Enmanuel, el niño gemelo que siempre anda vestido con uniforme, o partes combinadas de diferentes grados, orígenes y tipos, persiguiendo por todo el pueblo al cartero que conduce bicicleta.   Personajes que resaltan las diferencias sin nublarse ni resentirse, pero donde manda “la certeza de que cada cosa tenía su lugar, y que dicho lugar estaba invariablemente por debajo del de los Orsini”.

Lo más poderoso del libro es el poder cinematográfico de la descripción, sumado al ingenio y buen humor, que hace que cada línea salte una sorpresa, como cuando al hablar de las posiciones en las trincheras, se temía al enemigo que “iba a entrar a saco y a degollarnos mientras dormíamos o, pero aún, a obligarnos a comer repollo”.

La historia la narra Mimo a los ochenta y tantos años en el lecho de muerte en el convento donde se refugió por 40 años, el día cuando accede a dar una entrevista, y en el fluir de la historia toca los años del fascismo y encanta a los lectores y entusiasma con su imaginación fresca e informada.  

El autor francés escribió una obra singular en el mundo de los italianos, demostrando su versatilidad.   Un verdadero deleite.

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