En una auténtica república democrática, Guatemala tendría unos 100 diputados, uno por cada 100 mil electores potenciales (según el último padrón electoral). Éstos serían auténticos representantes porque habrían sido elegidos competitivamente en cada uno de los 100 pequeños distritos o “sub-distritos”, de manera que los votantes sabrían quién es su representante en el Congreso, por qué lo eligieron, dónde vive, cómo reclamarle su comportamiento en el Hemiciclo, etc. Habría un diputado de “la Villa de Guadalupe”, otro de “la Bethania”, o de “Vista Hermosa”, en la capital, por ejemplo; y de “Camotán-Jocotán”, o de “Totonicapán”, o de “Flores”, como ejemplo de diputados de provincia. Esos diputados, a quienes sus representados podrían reclamar si no eligen buenos magistrados, por ejemplo, responderían de manera más fiel a los deseos de los votantes. En vez de eso, en esta “democracia de fachada” que tenemos, nuestros dizque “representantes” en el Organismo Legislativo, son usualmente anodinos diputados a quienes sus electores casi nunca conocen, “colados” al Congreso mediante “listas” confeccionadas, usualmente, por “los dueños” de algún partiducho, hechas a espaldas del pueblo y a cambio de coimas, compromisos espurios y otras “bellezas”. Es el sistema creado por los titiriteros de antaño, de “marcas” políticas sin ideología definida, sin democracia interna, y hasta ¡sin militantes! Así se aseguraban las élites tener “diputados pre-aprobados” que les hicieran “el trabajo sucio” de proteger sus privilegios y reprimir los deseos de cambio de la ciudadanía. Y que hoy casi siempre responden a auténticas mafias políticas -medio emancipadas de las élites que les dieron origen- cuyo único fin parece ser saquear sistemáticamente al erario. Por eso nuestros representantes no reflejan fielmente al electorado que dicen representar, por eso eligen Cortes que fallan “al mejor postor”, por eso los intereses de “la mayoría de la minoría” están sobre-representados y por eso al pueblo no le gusta “su” (¿?) Congreso, pues no está presente, realmente, allí.
Pero es lo que hay. Diputados que muchas veces “llegan” porque pagaron “por una buena casilla del listado” -en efectivo o con algún otro compromiso; rara vez por su carisma popular y buenas razones. Y mientras llega el momento de hacer una verdadera reforma de la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP) que los diputados mercenarios nunca querrán hacer, hay que suponer que habrá alguna proporción de diputados que incorporan razones patrióticas a su participación en el sistema, por lo menos, en alguna medida. Vistas así las cosas, en el Congreso actual hay tres grupos de diputados: (i) los abiertamente coludidos con el antigüo régimen; (ii) los reformistas; y (iii) los acomodaticios. En el primer grupo están los que -a cambio de medrar con el erario- tienen por propósito impedir que las cosas cambien. Ahí están, por ejemplo, “el canchito” al que le gusta comer de gratis, la pro-pena de muerte viuda amarga, la Jodial (…pueblo de Guatemala) y aquél gordito mordelón que fue Presidente del Congreso y “a quien sí conoce Inés”. En el segundo grupo, está el núcleo de quienes se opusieron a que el primer grupo impusiera a “la nueva Junta Directiva” cuándo la KK “ordenó” (¡!) cambiar a la primera. Ahí está la bancada castrada de Semilla, los de VOS, algunos disidentes de la UNE y un puñado más. Y en el tercer grupo, aquellos que asustados por la ira del pueblo, se adhirieron al segundo grupo en algunas votaciones, pero que hoy son “tentados” por el pisto malhabido del aún incrustado en las instituciones republicanas “pacto de corruptos” (pdc), los que ahora apuestan a que el Presidente Arévalo “perderá el pulso” contra la Comosiama y la KK. Para añadir el insulto a la herida, estos diputados, en cuya mayoría dizque reside “la máxima representación de la soberanía popular”, han abdicado de su obligación constitucional de no subordinarse al poder Judicial, en contravención directa del artículo 141 de la Constitución Política de la República de Guatemala (CPRG), que dice que tal subordinación está “prohibida”. Por eso, los diputados de Semilla sólo lo son a medias, por eso le temen a la Desconsuelo, por eso se someten, inconstitucionalmente, a la KK. Claro, muchos de estos diputados ni han leído la Constitución ni saben mucho de leyes…
El Movimiento para el rescate de la Auténtica República Democrática (ARDE) tiene por propósito contribuir a detener el continuado rompimiento del orden constitucional que propician la KK y su brazo ejecutor, el Ministerio Público (MP). Para eso, han redactado un Manifiesto que pide al Presidente de la República, que en uso de sus facultades constitucionales, (i) destituya a la Fiscal General; y (ii) que termine el proceso de nombramiento de sus gobernadores, sin aceptar imposiciones del pdc. Que ignore la previsible reacción espuria de la KK, pues para eso tiene las chequeras y las pistolas del Estado de Guatemala, para hacer valer el Estado de Derecho. Además, le pide al Congreso de la República que cese de permitir la inconstitucional intervención de la KK en sus funciones, tal como lo manda la CPRG. Que al amparo de los artículos 5 y 44 de la CPRG, NO ACATE las disposiciones ilegales de la KK. Pero llevamos varias semanas de pedirle audiencia al flamante “nuevo” Presidente del Congreso, sin que éste se digne responder, ni sí, ni no. En el Congreso hay tensión y hay miedo. Por eso, hoy llegaremos -sin cita concedida- al Congreso de la República a entregar nuestra solicitud a un pequeño grupo de diputados que nos ha dicho que nos recibirá. En otras palabras, algunos diputados nos escucharán, aunque otros -coludidos o nagüilones- pretenden cerrar “a piedra y lodo” las puertas de “la casa del Pueblo”…
Guatemala ha tenido que esperar décadas para que se presentaran condiciones que permitieran un cambio de rumbo en el país. Para transitar hacia la Auténtica República Democrática que se nos ha negado el 90% del tiempo durante nuestra vida “independiente”. Hoy la sociedad guatemalteca está dividida en dos grandes bandos: un 70% que quiere avanzar hacia mejores formas de vida en democracia y un 15% (en el extremo “derecho” del espectro político) que no quiere que las cosas cambien. También hay otro 15% en la extrema izquierda que tampoco cree en la democracia, pero en realidad, sus partidarios hoy son irrelevantes. La extrema derecha, por el contrario, envalentonada por el fenómeno Trump en el Norte, grita “fraude” como aquél y acuerpa a la Comosiama. Lo hace a través de sus corifeos y sicofantes, como Yoabrigo Dolo, la Liga Pro-Nutria, la Guatemala Amoral y hasta con los sempiternos anteojos negros de Giuseppe Paparatti. Son los enemigos del cambio que quieren convencerlo a usted, ciudadano, de que Bernardo Arévalo es “comunista”, que su partido Semila “quiere volver hueco a su hijo” y que mantener al pdc en posiciones de poder “nos conviene” (¡!). Si el Congreso reflejara de veras las corrientes de opinión que existen en el electorado, no habría problema, ya el cambio solicitado en las urnas estaría en marcha. Pero con este sistema de “democracia de fachada” que sufrimos, las fuerzas regresivas están sobre-representadas. Por eso el pueblo tiene que involucrarse. Por de pronto, exigiéndole a sus gobernantes que cumplan los mandatos constitucionales y pongan al MP y a la KK en el lugar que realmente les corresponde. Posteriormente, habrá que organizar una Consulta Popular para de veras reformar, de una vez por todas, a nuestro podrido sistema político. Hoy por hoy, el pueblo observará quiénes de sus actuales diputados están coludidos, quiénes son “rescatables” y quiénes, simplemente, son nagüilones…
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