Un aviso a mi tarjeta de crédito, proveniente del Crédito Hipotecario Nacional, el único banco 100% estatal y que tiene la ventaja de no permanecer en una pugna constante por apropiarse de las acciones por parte de accionistas avariciosos, como acontece con Banrural y el Banco de los Trabajadores, me reporta mi saldo, y me advierte que de no hacer el pago mínimo antes del 30 de este mes, me cargará intereses por mora.
Entiendo bien lo que nos dicen todos los consejeros y consejeras de las finanzas domésticas por Youtube o Tiktok, que es recomendable utilizar la tarjeta de crédito para afianzar tu relación con el banco, pero que no tendrás problema si lo que pides al banco prestado en el mes, lo pagas en el mes. Así no te cargan mayor interés. En todo caso, lo óptimo dicen quienes carburan de expertos, es pedir prestado y pagar a tiempo.
Pero también me acuerdo que yo le presto dinero al banco. Si me acreditan un pago, si alimento una cuenta fundamentalmente para transacciones, estoy alimentando las finanzas del banco. Y me acuerdo también que muchos de estos bancos guatemaltecos viven de las cuentas monetarias. Hace un tiempo calculé el peso de las cuentas monetarias en BANRURAL, y recuerdo que llegaban al 47% de los depósitos. Incluso, estando en Junta Monetaria, recibía los reportes de los depósitos monetarios que tienen las municipalidades en dicho banco y era montos de alto impacto. Flotando por allí, cuentas monetarias de más de Q500 millones, recibiendo intereses besando el suelo.
Si el negociazo de los bancos, aparte de las comisiones diversas que cobran, es manejar un diferencial entre lo que pagan a los depositantes, y lo que cobran a los creditohabientes, una diferencia entre un 48% de crédito al consumo, y un 2.4%, digamos, en lo que pagan a una libreta de ahorros es abismal. Si me dicen que debo buscar algún Certificado de Depósito a Plazo, algunos amigos me infroman que el Banco de los Trabajadores está dando buenas tasas. Digamos un 6% en Quetzales. De todos modos el banco en cuestión se queda con un margen de ganancia del 42%. Es entonces esta una razón de la crisis del ahorro de la mayoría de nuestros connacionales. Salvo los de la Macoya, ni modo.
Los pobrecitos banqueros dirán que es para mantener sus operaciones, sanas en términos reales. Pero viendo el más reciente informe del Instituto Nacional de Estadística sobre los precios, muchas cosas extrañas rondan por el ambiente:
Recordemos que los banqueros de banqueros, los hombres de negro del Banco de Guatemala, tienden a endilgar las causas de la inflación a «variables externas». Para esta burocracia privilegiada todo es siempre externo, hasta la emisión monetaria, por cierto. La llaman «exógena», una falla teórica que explicaremos en otro momento.
Pero resulta ser que el informe del INE muestra lo siguiente: i) el Indice de precios de los alimentos de la FAO -indicador internacional- ha bajado; ii) el precio del petróleo ha bajado, con respecto al pico de septiembre 2023; iii) el Dólar se ha abaratado aún más, también con respecto a septiembre. Pero resulta ser que las famosas tasas de interés, medidas por el promedio de la tasa activa de créditos en moneda nacional ha mostrado un notable incremento, en comparación con noviembre del 2023.
Y se me olvidó mencionar que la inflación en México y los Estados Unidos, nuestros grandes vecinos del Norte, también ha venido bajando. Entonces, ¿qué es lo que hace que las tasas de interés, las de los créditos por cierto, no las de los ahorros, vengan mostrando un incremento?.
El estribillo del Banco de Guatemala, y de los banqueros es que «se debe a condiciones del mercado y por las disposiciones de del banco central». A mí me late que una de las razones es la de una reacción a la ley decretada por el Congreso de la República sobre el combate a la usura en torno a esas tarjetas de crédito, que debemos, bajo diversas circunstancias, mantener nosotros los consumidores, y contribuyentes, ante las eventualidades imponderables que nos da la vida.
Recordemos que somos uno de los países de América Latina que mayor proporción de gasto de bolsillo en salud posee. Es decir que, ante la enfermedad de algún familiar, del padre o del abuelo, tenemos que hacer cuchubal de tarjetas de crédito entre los hijos y nietos para internarlo en un hospital privado. Hay hospitales que exigen la tarjeta antes de atender un familiar, y los montos de exigencia mínima han ido en crecimiento. Las transacciones electrónicas van en aumento y los pagos y suscripciones a múltiples servicios se hacen hoy con la inevitable tarjeta de crédito.
Pese a que la inflación ha estado controlada, y que el tipo de cambio es de los más estables de América Latina, la brecha entre las tasas de interés del ahorro y la de créditos no se ha movido un ápice en los últimos veinte años; y más bien se ensancha en diversas ocasiones como hoy. Los reguladores son responsables, no sólo de la conducta y el rendimiento de los bancos, sino precisamente de estas estructuras. Pero, sencillamente, me late que se hacen de la vista gorda. Y una de las razones es que dichos dilectos personajes, desde la edad media, no sólo están soñando con su jubilación jugosa, sino con pasar a engrosar luego las sillas ejecutivas y directivas de los bancos que regulan, tema este que debiera ser totalmente prohibido, por ser un incentivo perverso.
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