Rodrigo Asturias Martínez-Sobral (1940-2024). Ilustración: Amílcar Rodas. Foto: IVG
El lunes 9 de febrero de 1981 fue noticia de primera plana el triunfo internacional del músico guatemalteco Rodrigo Asturias Martínez-Sobral. El pianista, nacido en la ciudad capital en 1940, se hizo acreedor al premio Karl Heinz Stockhausen, por su Sonata número cuatro para piano.
El galardón había sido creado por el gobierno de Italia hacía cuatro años. Sin embargo, en las ediciones anteriores, el jurado había considerado que ningún trabajo de los presentados merecían el premio.
Este no fue el primero de los reconocimientos obtenidos por Asturias, quien luego de cursar estudios de piano en Guatemala, en 1958, se trasladó a Europa, donde estudió dos años en la Universidad de Lausanne, en Suiza. Según detalla su biografía oficial, entre 1960 a1964 trabajó armonía, contrapunto y fuga con Simone Plé-Caussade; de 1963 a 1965 estudió composición con René Leibowitz y, simultáneamente, tomó cursos de composición con Henri Dutilleux. Estudió dirección de orquesta con Igor Markevitch en 1966 y en Salzburgo con Bruno Maderna en 1968.
En 1964, su obra Primera Sonata para Piano obtuvo el Premio de la Clase de Henri Dutilleux. Entre 1964 y 1971 compuso su ciclo Livre pour Piano, conformado por Prólogo y las Sonatas para Piano No. 2, No. 3, No. 4, No. 5 (1968-1971) y No. 6. Luego, compuso Concierto para Violoncello y Orquesta, Concierto para Piano y Orquesta “El jardín de senderos que bifurcan”, en homenaje al escritor argentino Jorge Luis Borges (1889-1986). De esta última obra, explicó en una entrevista realizada por la revista Crónica, “Mi Concierto para piano y orquesta es un móvil en cinco movimientos (capítulos) que el director de orquesta tiene la facultad, previo a un plan, de ordenar en una forma diferente para cada ejecución, orden que siempre se efectuará alrededor del central tercer movimiento… Presté el título a Borges porque se adaptaba a mi idea formal y como un homenaje al más universal escritor latinoamericano”.
Pero ese acercamiento a Borges no fue el único que Asturias hizo a la literatura. También compuso música para una selección de poemas de Juan Ramón Jiménez (1881-1958). El resultado fueron 21 canciones para voz y piano.
Otras de sus obras fueron Libro para Orquesta (1979-1990), obra que comprende las Sinfonías No. 1, No. 2, No. 3 y No. 4, Voyage au monde des enfants (2005), ciclo para piano alrededor del mundo de los niños y de la literatura; Pour alto et piano, 2006, para viola y piano; Mosaïques de Temps, Concierto para violín y orquesta, o violín y piano o violín solo (2014); Homenaje a Buster Keaton, cinco escenas imaginarias para contrabajo solo y una versión de la misma obra para violoncello solo (2015).
Vinicio Quezada, quien es catedrático de la Escuela Superior de Arte de la Universidad de San Carlos y coordinador artístico del Conservatorio Nacional, señala que, Asturias “siguió una línea europea muy técnica. Por ese motivo no es muy conocido en este país. En muy raras ocasiones venía a Guatemala”. Indica que la Orquesta Sinfónica Nacional sí llegó a presentar algunas de sus obras, sin embargo, señala que Asturias fue “un incomprendido en nuestro país”. Sin embargo, reconoce su valía como compositor, su mérito a nivel internacional y los rescates que hizo con obras de otros artistas.
Al rescate de la tradición clásica
Además de haber sido galardonado como compositor, este artista musical dedicó esfuerzos en el rescate de obras realizadas por otros compositores nacionales. En 1969, orquestó la suite Guatemala, serie de impresiones, de Ricardo Castillo (1891-1966) y en 1995 transcribió para piano las tres danzas finales del Ballet Paal Kabá del mismo autor. También completó varias obras inconclusas de compositores guatemaltecos, como el Vocalise de Paal Kabá, de Ricardo Castillo y el Scherzo para Dos Pianos, de Manuel Herrarte (1924-1974), entre otras piezas.
En 1989 emprendió un proyecto de investigación que lo llevó al rescate de la obra musical de Manuel Martínez-Sobral (1879-1946). Posteriormente, revisó y ordenó la música de Ricardo Castillo (1891-1966), de Manuel Herrarte (1925-1974) y de Jesús Castillo (1877-1946). Como consecuencia de su revisión se publicaron, por Ediciones Musicales Max Eschig Co., las obras completas de Manuel Martínez-Sobral y Ricardo Castillo.
Asturias también quiso difundir la música clásica internacional en Guatemala. Con ese objetivo en mente, en 1982 fundó la sociedad “Los Grandes Conciertos de Guatemala”. Ese proyecto no fructificó debido a la falta de apoyo gubernamental en aquel tiempo, según detalla su biografía.
El compositor también tenía un lado contemplativo. Cuando se encontraba de paso por Guatemala, incursionaba en los bosques de las diferentes regiones del país para anotar y clasificar cantos de pájaros. Así, logró coleccionar unos dos mil cantos. Como director de orquesta, Asturias dedicó especial atención al repertorio musical del siglo XX.
A través de las redes sociales, artistas como el fotógrafo Daniel Hernández Salazar y la pianista Yahaira Tubac lamentaron la partida del artista, que ha sido considerado como uno de los más relevantes de Centroamérica en las últimas décadas.
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