Carlos Mérida, su legado y trascendencia a 40 años de su partida

El artista que estableció puentes entre las corrientes artísticas europeas y las temáticas mayas propias de Mesoamérica es recordado como uno de los más importantes exponentes de la plástica del siglo XX.

Ana Lucía Mendizábal

diciembre 15, 2024 - Actualizado diciembre 15, 2024
Sala Carlos Mérida antes del nuevo guion museográfico
Así lucía la Sala Carlos Mérida, del Museo Nacional de Arte Moderno, antes de cambiar su guion museográfico. Foto: Archivo

La muerte del pintor y escultor guatemalteco Carlos Mérida, acaecida el 21 de diciembre de 1984 en la Ciudad de México, resonó a nivel mundial, porque su obra y visión trascendieron por su calidad, versatilidad, originalidad y temática. Acerca del deceso del artista, , el diario El País de España, anotó en su edición del 22 de diciembre de ese año, que había sido a consecuencia de un derrame cerebral y que sus restos serían cremados como fue su voluntad. La publicación española destacó: “Mérida, considerado como un gran creador de temas mayas y aztecas, estaba considerado como uno de los grandes maestros de las artes plásticas en América Latina”.

A 40 años de su partida, el artista Rudy Cotton, quien lo reconoce como una de sus influencias, enfatiza en la importancia de su figura para el arte y la cultura del país. “Fue punta de lanza del Arte Moderno en Guatemala”, expresa Cotton. “Mérida destacó como pintor, muralista, pero también son conocidos sus grandes dotes en materia de integración arquitectónica y planificación cultural, así como su vitalidad creadora en el sentido amplio”, anotó Cotton, a través de sus redes sociales con motivo del cumpleaños de Mérida, el 2 de diciembre.

Glorificación al quetzal (1956), de la colección del Museo Nacional de Arte Moderno, Carlos Mérida.

En un video producido por el Museo Nacional de Arte de México (Munal), con motivo de la presentación de una retrospectiva del artista en 2019, la curadora María Estela Duarte destacó lo multifacético del artista, de quien señaló, trabajó además de variadas técnicas, con distintos elementos. “Del 50 hasta el 84 cuando muere, trabajó el papel amate, la resina, el petroplástico, el duco, el acrílico, la superficie pulida, una especie de marquetería, el collage… hace toda la integración plástica y trabaja la madera…”, detalló la experta.

Duarte realzó que, aunque Mérida tenía orígenes tanto españoles como indígenas mayas k’iche, “se identificó mucho más con los murales de Bonampak que con las Meninas de Velásquez”. Es decir, que sus temáticas se inclinaron más hacia la representación de elementos culturales mesoamericanos, a pesar de que fue influenciado por las tendencias europeas de inicios del siglo XX.

Un hogar propicio

En algunas biografías publicadas se señala erróneamente que Carlos Mérida nació en Quetzaltenango. Sin embargo, según asevera Cotton, su acta de nacimiento es clara en cuanto a que vio la luz en la Ciudad de Guatemala. “Nació en la casa número 78 de la 4ª avenida sur (de esos tiempos). Hoy es la 4ª avenida y 14 calle zona 1” asegura.  Fue hijo de Guadalupe Ortega Barnoya, profesora de educación primaria, y Serapio Santiago Mérida, licenciado en Derecho.

Carlos Mérida de niño
Carlos Mérida nació en la Ciudad de Guatemala. Foto: AMA Museum

En su hogar, las artes no solo fueron apreciadas sino también promovidas. Mientras Carlos cursaba estudios de primaria y secundaria, también estudiaba pintura en el Instituto de Artes y Oficios del profesor Manuel Cabrera.  La familia se trasladó a Quetzaltenango en 1907 y ahí el joven continuó con sus estudios artísticos con el dibujante, pintor y fotógrafo Santiago Vilchi.  

Al concluir el bachillerato, volvió a la capital para continuar con sus estudios y se integró en los círculos artísticos guatemaltecos, que en esos tiempos estaban plagados de personajes relevantes. Acerca de este período, en su ensayo Los murales de Carlos Mérida, relación de un desastre, publicada por la Universidad Autónoma de México (UNAM), la investigadora Loise Noelle, anotó:  “Comenzó a frecuentar las tertulias que con marcado sesgo intelectual organizaba en la ciudad capital Santiago González, a las que concurrían un grupo de jóvenes artistas como Carlos Valenti (1884-1912) y Agustín lriarte (1876-1962), entre otros; para 1909 muere este preceptor y toma su puesto de guía Jaime Sabartés (1881-1968), un catalán que había llegado al país centroamericano en 1904, instalando un comercio en la ciudad de Guatemala”.

En su texto, Noelle añade: “las reuniones tienen entonces lugar en la trastienda de este negocio, donde Mérida y sus amigos entran en contacto personal por primera vez con pinturas modernas, cuadros y retratos debidos a Pablo Picasso, amigo personal de Sabartés”. Y fue precisamente, el escritor español quien no solo animó al joven Carlos Mérida a exponer, sino lo apoyó para organizar su primera exhibición en 1910, cuando el pintor tenía 19 años.

Los jóvenes artistas de entonces recibían las noticias de los movimientos que florecían desde hacía algunas décadas en París. Por eso, muchos veían como una meta llegar a Europa. Este fue el caso de Mérida y Valenti, quienes en 1912 dirigieron sus pasos a Francia. Llegaron a la Ciudad Luz para continuar sus estudios artísticos en la Academia Vitti con los maestros Kess van Dongen y Hermenegildo Anglada Camarrasa. En París conocieron también a artistas como Amadeo Modgiani, Piet Mondrian y Pablo Picasso. Rudy Cotton enfatiza en cómo Mérida también corrió con buena estrella al encontrarse en ese espacio con figuras del arte mexicano de la talla de Diego Rivera y José Vasconcelos, quien más adelante sería clave para que Mérida asumiera cargos en suelo mexicano.

Mientras adquirían conocimientos y perfeccionaban técnicas, Mérida y Valenti establecieron su propio estudio. Sin embargo, Valenti, quien tenía 22 años, era diabético y comenzó a perder la vista. Su médico le ordenó dejar la práctica de la pintura y eso lo deprimió y lo llevó al suicidio.

A Mérida, la pérdida de su amigo le afectó profundamente y emprendió una serie de viajes para reponerse. En 1914, volvió a Guatemala en compañía de Rafael Yela Günther. Ambos se concentraron en un movimiento de revaloración de la cultura indígena, a través de distintas expresiones artísticas, que buscaban alejarse de elementos propiamente folclóricos y concentrarse en los valores espirituales y culturales más auténticos. De esa nueva visión se desprendieron distintas exhibiciones que recorrieron tanto Guatemala como México.

En el artículo Mérida y Castillo, de La Hora, publicado en 2007, Catalina Barrios anota: “El 18 de diciembre de 1919 se informó en el Diario de Centro América que en la exposición de los cuadros de Carlos Mérida se llevó a cabo un programa con música de Jesús Castillo. Se escuchó la Obertura indí­gena y la Suite indí­gena”. En la presentación de esa muestra, Yela Günther aseguró que la civilización propia de los pueblos de América fue interrumpida por la interposición de Europa y que era tiempo de un renacimiento. Barrios indicó en su artículo que “puede decirse, sin temor a equivocación, que Carlos Mérida y Jesús Castillo son los precursores del renacimiento de nuestras artes nacionales y autóctonas”.

Consecuente con ese pensamiento, Rudy Cotton exalta: “Mérida es la persona que marca el inicio de la guatemalidad en las artes visuales a nivel internacional”.

México, París y los nuevos rumbos

En 1919, Mérida decidió trasladarse a México y se integró al movimiento muralista del país, gracias a sus relaciones preestablecidas en París. En 1922, colaboró con Diego Rivera en la ejecución del mural del Anfiteatro Simón Bolívar de la Escuela Nacional Preparatoria, junto con Luis Escobar, Xavier Guerrero, Amado de la Cueva y Jean Charlot.

Al año siguiente participó en la fundación del Sindicato de Obreros Técnicos, Pintores y Escultores de México. Además, también en 1923, José Vasconcelos, quien para entonces era secretario de Educación Pública de México, le encomendó la elaboración de los murales Los cuatro elementos, en y La Caperucita roja en la Biblioteca Infantil de la Secretaría de Educación Pública del entonces Distrito Federal.

En 1925, Mérida fue nombrado pintor decorador de los edificios de la Secretaría de Educación Pública y comienza su colaboración con la revista Mexican Folk Ways.

La evolución en el pensamiento de Mérida pronto se vio reflejada en un cambio perceptible a través de las obras que llegarán luego de 1926, cuando se planteó la necesidad de expresar más profundamente los temas indígenas. Volvió a París y se instaló en la ciudad entre 1927 y 1929. Durante ese período, el escritor Luis Cardoza y Aragón presentó la primera monografía acerca de la obra de Mérida.

Al volver a México, es nombrado, junto a Carlos Orozco Romero como director de la entonces llamada Galería del Teatro de México, hoy Palacio de Bellas Artes.  En 1930 sustituye a Rufino Tamayo como Profesor de pintura, escultura y grabado en la Escuela de Pintura y Escultura de la UNAM.

Otra de sus facetas poco conocidas se manifiesta en 1932, cuando ocupa el puesto de director de la Escuela de Danza y diseña tanto vestuarios como escenografías.

Mérida también incursionó en la elaboración de reseñas artísticas. En 1937, dentro de la Serie de Arte Mexicano: Guides to Visit Mexican Frescoes, editada por Francés Toor, elaboró doce guías interpretativas en las que reseñó el trabajo de artistas que trabajaron en los distintos proyectos murales en edificios públicos. En 1940, escribió los textos del libro Orozco’s Frescoes in Guadalajara.

En la década de los 40 realiza varias exposiciones individuales en México, Guatemala y Estados Unidos, especialmente en Nueva York. Entre estas destacaron Exposición de obras recientes 1940 – 1947, en la Academia Nacional de Bellas Artes, en Guatemala y su participación en la muestra colectiva:
45 autorretratos de pintores mexicanos, Museo Nacional de Artes Plásticas, Palacio de Bellas Artes de México.

Acerca de la evolución que Mérida experimentó, el diario Gaceta, de la UNAM refiere: “En un primer periodo, las obras de Carlos Mérida oscilan entre el surrealismo y la abstracción; sus cualidades de gran dibujante y de excelente colorista, con figuras estáticas, planas y bien definidas, se inclinan por un acercamiento a lo autóctono. Será, a partir de los años 40 del siglo pasado, que su expresión se vuelve geométrica por excelencia, con líneas rectas que se entrecruzan y delimitan con precisión las diferentes áreas, un estilo que conservará con variantes hasta su muerte. Además, se debe señalar que, en diversas ocasiones, se inspira en textos y códices prehispánicos, en particular en el Popol Vuh“.

Otro dato consignado en algunas biografías que es también equivocado es que Mérida se nacionalizó mexicano. Noelle señala en su ensayo: “Es fundamental saber que este pintor, a pesar de haber sentado sus reales en México desde 1920, donde muere el 21 de diciembre de 1984, conservó siempre su nacionalidad guatemalteca”.

Noelle también indica: “En México la corriente del muralismo, de profundo contenido social y
de expresión realista, monopolizó durante varias décadas la producción pública; estas obras, sin demérito de la calidad o del valor de sus autores, no lograron la deseada unidad con la edificación, conservando cada cual su independencia; se comprende entonces que los mejores ejemplos de esta tendencia estuviesen en los recintos eclesiásticos que utilizaron eminentemente motivos abstractos. Por ello Carlos Mérida, tanto por su estilo pictórico como por sus ideas de un arte universal sin barreras, fue quien
mejor logró integrarse en la corriente de arquitectura internacional. Asimismo debemos mencionar que los arquitectos con quienes colaboró tenían sus mismas ideas y aspiraciones, en especial Mario Pani, poseedor de una larga trayectoria de fructíferas realizaciones con diversos pintores”.

La experta indica que lamentablemente muchas de las obras públicas de Mérida ya no se conservan en México, debido a que no fueron debidamente cuidadas o se destruyeron por los terremotos de 1972 y 1985.

La integración plástica

Fue precisamente a finales de la década de los 40 cuando Mérida muestra más interés entre la integración plástica a la arquitectura. Ya para principios de la siguiente década, sus ideas acerca de las inmensas posibilidades de estos trabajos cooperativos estaban plenamente integradas a los conceptos que manejaba. En esos tiempos se desempeña como agregado cultural de la Embajada de Guatemala en Roma, como parte del gobierno de Juan José Arévalo.

En cuanto a técnicas, a partir de 1950, Mérida volvió a dar otro salto estilístico, con el que se aproxima más al constructivismo. Prueba de ello se encuentra en el edificio de Reaseguros Alianza de la Ciudad de México, cuyo mural Estilización de motivos mayas está realizado en mosaico de vidrio

En 1951 creó el portafolio de Trajes Regionales Indígenas de Guatemala. Es en esos años cuando participó en uno de los proyectos artísticos del Estado mexicano: el Centro Urbano General de Pensiones Civiles en cuya integración plástica trabajaron tanto Mérida como José Clemente Orozco. Mérida decoró el friso de la Guardería Infantil con un mural titulado Motivos Infantiles.

En 1954, en Guatemala se realizó el proyecto del Centro Cívico. En este importante espacio, una de las áreas más emblemáticas de la integración del arte a la arquitectura, el artista aportó obras como La raza mestiza de Guatemala, un mural en mosaico de vidrio en el cubo del elevador del Palacio Municipal.

La raza mestiza ubicada en el interior de la Municipalidad de Guatemala. Foto: Municipalidad de Guatemala

También en el Centro Cívico se destacan La seguridad social en Guatemala, en las afueras de las oficinas centrales del IGSS; Figuras, un mural en placas de esmalte sobre mármol blanco, y  Intenciones muralísticas sobre un tema maya, en el vestíbulo de los elevadores del edificio de Crédito Hipotecario Nacional; Alegoría de las danzas rituales mayas, mural en placas de cobre esmaltado sobre mármol blanco de Zacapa, para el vestíbulo del cubo de elevadores del Banco de Guatemala.

Entre 1967 y 1968, Mérida también realiza otros trabajos murales como Abstracción integrada, para la fábrica de bujías Champion, en México. Este fue trasladado en 1987 a Insurgentes Sur, a la entrada del Centro Cultural Universitario de la UNAM. Además de La confluencia de las civilizaciones, en el Centro de Convenciones, San Antonio, Texas. También elabora Abstracción, en el Auditorio del hotel Aristos en México.

Muchas de sus obras se encuentran en colecciones privadas y museos. El Museo de Arte Moderno de Nueva York (Moma) posee dos importantes portafolios: Danzas de México y Estampas del Popol Vuh.

Homenajes y un museo cerrado

La figura de Carlos Mérida se alza como una de las más significativas del arte latinoamericano del siglo XX. En 1958, el gobierno de Guatemala le entregó la Orden del Quetzal; en 1965, Mérida recibió la medalla de oro de la Dirección General de Cultura y Bellas Artes de Guatemala, y en 1980 se hizo acreedor a la Orden del Águila Azteca que le fue entregada por la Secretaría de Relaciones Exteriores de México. En 2016, el Ministerio de Cultura y Deportes creó el Premio Nacional de Artes Plásticas Carlos Mérida, en honor al artista.

Además, como anota Rudy Cotton, en 1999, por Acuerdo Ministerial número 428-99, del Ministerio de Cultura y Deportes dispuso que el Museo Nacional de Arte Moderno comenzara a denominarse con el nombre del artista.

En las últimas décadas se han emprendido proyectos de restauración y cuidado de algunas de las obras del Maestro Mérida que se encuentran en el país. Este es el caso de los trabajos realizados en el mural Seguridad Social en 2019. En 2023 se hizo lo propio con los murales interiores del Crédito Hipotecario Nacional.

En México, en 2018 se emprendió el proyecto de restauración del mural Los Danzantes, una de las obras icónicas del guatemalteco. El diario El Universal de aquel país anotó: “La pieza pictórica “Los danzantes” realizada en 1964 por el pintor guatemalteco Carlos Mérida , fue restaurada y trasladada a la Tor re Manacar , informó en un comunicado el I nstituto Nacional de Bellas Artes (INBA) .El mural compuesto por 12 paneles, con una superficie total de 293.5 metros cuadrados, recibió diversos tratamientos de desinfección y limpieza superficial. Además, se atendieron algunas rasgaduras, el montaje del bastidor, se resanaron las zonas de pérdida de tejido, entre otros trabajos realizados por especialistas del Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble (Cencropam)”.

Al año siguiente cuando se cumplieron 100 años de la llegada de Mérida a ese país el Museo Nacional de Arte (MUNAL) organizó una gigantesca muestra, en la que se retrató el trayecto del artista, que se caracterizó por su inquietud, precisión y originalidad. En esa ocasión, según recuerda Cotton, se exhibieron piezas de coleccionistas públicos y privados de México y otros países. Sin embargo, las piezas que le solicitaron al Museo Nacional de Arte Moderno que lleva su nombre en Guatemala no pudieron prestarse, debido a la complejidad de los trámites burocráticos que se imponen en el país.

Para esa ocasión, el grupo Imagen entrevistó a María Cristina, nieta del artista y a Rudy Cotton:

En respuesta a esa circunstancia que limitó que se lucieran las piezas a nivel internacional, el MUNAM, que en ese tiempo dirigía Cotton, organizó una muestra conmemorativa, en la que se exhibieron obras donadas y prestadas por la familia, además de obras de la colección del propio museo.

En el 40 aniversario del fallecimiento de Carlos Mérida, Guatemala volverá a quedarse rezagada, porque ahora, incluso, el museo que lleva el nombre del artista se encuentra cerrado desde noviembre de 2022.

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