La cárcel para hombres y mujeres ubicada dentro de la brigada militar Mariscal Zavala tiene dos puestos de control. El primero está muy cerca del portón de la entrada principal por la zona 16. Uno o dos guardias sentados al lado de una pequeña mesa preguntan a qué reo se visita, lo apuntan en un cuaderno e indican que se puede continuar con el camino. 

El centro está dividido en tres sectores, el primero está ubicado frente al primer control. Este consiste en varias celdas pequeñas inmediatas a la puerta principal del penal. Las otras dos áreas están hasta el fondo del lugar, aproximadamente a un kilómetro de la entrada, siguiendo un camino de terracería rodeado de árboles. 

Al final de la vereda está el otro puesto de registro en donde se entrega el Documento de Identificación Personal (DPI), el cual queda guardado en una cajita de madera, los agentes de presidios anotan los datos en un libro, colocan un sello en la muñeca del visitante y listo. 

Cuando es día de encomiendas se sigue el procedimiento anterior, pero se agrega la revisión de las bolsas que ingrese la persona. Estas pueden contener alimentos, ropa, artículos de higiene personal, libros, regalos o cualquier cosa que necesiten los reclusos. Aunque no hay ningún rótulo colocado en el lugar que lo advierta, generalmente los celulares no ingresan. El ingreso de armas, drogas, alcohol u otro ilícito es penado por la ley.

En esta prisión no se hace un registro físico de las personas, ni hay reglas de vestimenta para los visitantes, como sí sucede en otros centros de detención como en el Preventivo de zona 18, en donde por ejemplo las mujeres tienen prohibido vestir pantalón y los hombres sudaderos con capucha o llevar zapatos con cintas. 

A pesar de que los días de visita y de encomiendas están estipulados para cada sector, el horario para permanecer dentro del penal tampoco es tan estricto como en otras cárceles. Desde 2015 cuando Mariscal Zavala comenzó a hospedar a políticos, empresarios y expresidentes, las normas penitenciarias dejaron de cumplirse, así lo ha testificado este medio en esta y otras prisiones.

Ajuste de cuentas del Barrio 18 

El sábado pasado en el área de aislamiento de la cárcel Mariscal Zavala, Jairon Geovanni Mendoza Castañeda mató a tiros a su compañero de celda, Daniel Humberto Obrego Milián. Ambos privados de libertad pertenecen al Barrio 18 y están acusados del atentado contra la fiscal del Ministerio Público, Miriam Reguero Sosa. 

En el ataque ocurrido en marzo del año pasado murieron la madre de Reguero y uno de sus guardaespaldas. “Es un tema que tiene que ver precisamente con conflictos dentro de la pandilla”, aseguró el lunes el ministro de Gobernación, Francisco Jiménez, en una conferencia de prensa.

Daniel Obrego, el fallecido, fue detenido hace tres semanas y enviado a Mariscal Zavala 

junto a sus dos compañeros que ya estaban recluidos meses antes que él en el mismo sector. Obrego tenía programada su declaración para este jueves 9 de enero en tribunales y se esperaba que revelaría detalles importantes para esclarecer el ataque.

“Necesitamos entender con precisión qué pasó ahí. (…) Inicialmente los abogados que trabajan normalmente con el Barrio 18 insistieron en que fueran trasladados (los reos involucrados en el caso de la fiscal) a Pavoncito o a Fraijanes II. Nosotros nos resistimos porque sabíamos que el objetivo era matarlos y los enviamos a una área que no es el área normal del Mariscal Zavala”, explicó Jiménez. 

El ministro reconoció que con este asesinato “emergió la vulnerabilidad” de introducir objetos ilícitos a los centros penitenciarios. 

Fugas y otras muertes 

La falta de controles en el Mariscal Zavala permitieron en mayo de 2017 que Marixa Lemus, alias La Patrona, se fugara del penal disfrazada de guardia y que saliera en pleno día dentro del vehículo de su entonces abogado, del alcaide del lugar y de sus custodias. 

En marzo de 2019 y noviembre de 2021 también se escaparon de esa prisión, Jeankarlo Alexander Sánchez Meneses (fallecido) y Christhian Renato Rodríguez Gallardo El Patojo (recapturado). Ambos acusados de narcotráfico con solicitud de extradición para Estados Unidos. 

Por la fuga de El Patojo fueron detenidos el director, el alcaide y los jefes de seguridad del penal, pero por el caso de Sánchez Meneses solamente ordenaron el cambio de guardias. 

Además de estas evasiones en el Mariscal Zavala dos privados de libertad murieron dentro del penal. Jesús Arnulfo Oliva Leal, ex decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de San Carlos, vinculado al caso IGSS Pisa, se suicidó en junio de 2018. 

Mientras que el abogado Juan Pablo Gutiérrez, falleció en abril de 2022 en su toldo ubicado en el área común de esa cárcel a causa de pancreatitis. Según el Sistema Penitenciario la seguridad se percató de los dos casos cuando realizaron el conteo rutinario de ambos detenidos. 

Tarea difícil

Hasta el momento las medidas anunciadas por Gobernación suelen ser las mismas que se tomaron después de las fugas. Quedaron prohibidas las visitas y encomiendas durante un mes; se presentaron denuncias contra el director, subdirector y demás personal del centro y se cambió a los custodios. 

Jiménez comentó que en el Mariscal Zavala no hay escáner para identificar el ingreso de armas u otros ilícitos por lo que comprarán uno este año. “El problema”, dijo, es que los cambios para mejorar los controles en la prisión “no se pueden hacer de la noche a la mañana”.