El próximo martes 5 de noviembre de 2024, Estados Unidos celebrará elecciones presidenciales en las que se enfrentarán Donald Trump y Kamala Harris. Este proceso electoral tiene un peso trascendental tanto en la política interna de Estados Unidos como en su relación con países aliados, entre ellos Guatemala. La nación norteamericana, principal socio comercial de Guatemala, ha ejercido históricamente una influencia directa en la lucha contra la corrupción y la defensa de los derechos humanos en el país centroamericano. Sin embargo, durante la primera administración de Trump, esta presión disminuyó, lo cual facilitó al entonces gobierno de Jimmy Morales la expulsión de Iván Velásquez y la eventual salida de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), debilitando así los avances contra la impunidad.
En la actual contienda, el retorno de Trump podría reactivar políticas de contención migratoria y aislamiento que afectarían directamente a Guatemala, mientras que una administración liderada por Harris podría representar un enfoque de colaboración en áreas sensibles como la estabilidad democrática, lucha contra la corrupción y desarrollo económico en Guatemala.
La administración de Bernardo Arévalo ha obtenido un apoyo crucial del gobierno de Joe Biden, por lo que los resultados electorales de aquel país mantienen una expectativa entre las fuerzas de poder golpistas, liderados por Consuelo Porras, y de los sectores democráticos que procuran el Estado de Derecho.
Perspectivas desde Guatemala
Ana María Méndez, directora para Centroamérica de la Oficina de Washington para Latinoamérica (WOLA, por sus siglas en inglés), advierte que la relación entre Guatemala y Estados Unidos dependerá en gran medida de la postura del próximo presidente hacia temas críticos, como las sanciones individuales y los programas de USAID en derechos humanos. En particular, una victoria de Trump podría llevar a una reducción de estos programas y a un alineamiento con sectores antidemocráticos en Guatemala, fortalecidos por un lobby sofisticado en Washington. “Si bien no habría una afectación directa a la administración de Arévalo, el acercamiento a actores desestabilizadores podría agudizar la crisis de gobernabilidad”, subrayó Méndez.
En una visión más amplia, la historiadora Artemis Torres contextualiza estas elecciones dentro de la redefinición de un nuevo orden mundial. Para ella, mientras Trump representa intereses conservadores y Harris un enfoque globalista, el resultado de las elecciones tiene implicaciones que superan a Guatemala, impactando el balance de poder global. “A nivel local nos conviene Harris y a nivel global Trump, debido a las inclinaciones guerreristas del partido demócrata”, explica Torres, resaltando las posibles tensiones que emergerían de estas posturas opuestas.
Impacto en la lucha contra la corrupción
Desde la perspectiva del sociólogo y periodista Gustavo Berganza, los comicios son cruciales para el proceso democrático en Guatemala, especialmente para contrarrestar la reversión democrática impulsada por grupos afines a Trump. Berganza argumenta que, con una nueva administración de Trump, el gobierno guatemalteco se enfrentaría a un ambiente menos receptivo en Washington sin operadores políticos con conexiones republicanas. “La política de Trump prioriza temas internos y podría impactar sobre programas que Estados Unidos apoya o deja de apoyar en Guatemala”, agregó, destacando el riesgo de un enfoque más aislacionista en detrimento de las relaciones diplomáticas y la cooperación.
Anamaria Diéguez, exviceministra de Relaciones Exteriores, matiza la importancia del Congreso de Estados Unidos, en particular del Comité de Apropiaciones, que asigna los recursos a la región y tiene una composición bipartidista que actúa como contrapeso. Diéguez señala que en Washington existe un fuerte lobby financiado por sectores guatemaltecos que, desde la época de la CICIG, han buscado influir en la política estadounidense. “Nuestro embajador, Hugo Beteta, mantiene relaciones con ambos partidos, pero este lobby paralelo y privatizado continúa influyendo en la percepción sobre Guatemala”, puntualiza Diéguez, quien resalta la importancia de la diplomacia formal frente a las maniobras de los sectores antidemocráticos.
A medida que se acercan las elecciones, las posturas de Trump y Harris no solo delinean un enfrentamiento político, sino una posible redefinición de la relación bilateral con Guatemala. Trump, recordado por sus retóricas antiinmigrantes y políticas de deportación masiva, podría reactivar medidas que afectan a miles de familias guatemaltecas. Por su parte, Harris promete una política exterior más integradora, enfocada en alianzas estratégicas y el fortalecimiento de los derechos humanos en la región. Ambos contendientes permanecen con una intención de voto igualada, según el promedio de encuestas publicadas en los últimos días. Los siete estados clave persisten en un empate técnico, por lo que esta elección se prevé como una de las más ajustadas de la historia estadounidense.
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