El lema de la Fundación para el Desarrollo de Guatemala “Guatemala no se detiene” es muy atinado debido a que describe la resiliencia que los guatemaltecos de todas edades tenemos. ¡Y vaya si la tenemos! Si me pongo a enumerar los problemas estructurales y coyunturales que el país enfrenta sale un libro, pero ahí vamos los chapines. Sin embargo, nadie habla y nadie propone un lema de “Guatemala despega” porque si bien hay un crecimiento económico sostenido este no se ajusta a las necesidades de los guatemaltecos. No hemos pasado por una crisis económica como otros países porque no somos un país participe de la economía global sino adscrito a la misma. No despegamos porque no queremos enfrentar una realidad o simplemente la ignoramos.
Un país adscrito al sistema al sistema internacional es un país que reacciona a los cambios del mismo sean moderados, accidentales y transitorios o bruscos. También somos adscritos cuando nos buscamos posicionar en rankings internacionales que son perfectamente manipulables: el ranking de libertad económica, el ranking de empresarialidad, el ranking de inversión, el ranking de felicidad y hasta la infinidad. Y sí, al sector privado hay que agradecerle mucho más de lo que se le crítica y al que no le guste que presente sus argumentos. Y sí, hay que celebrar un gobierno donde no haya un presidente con su pareja con gula de poder y dinero, así como un presidente del congreso con dos celulares al mismo tiempo negociando mordidas. Pero vamos más allá de lo obvio.
Después del problema con los contenedores de café y macadamia a China y la ignorante reacción de nuestras autoridades sobre una “respuesta oficial” ninguna decisión se ha tomado al respecto. Lo peor es que ignoramos a nuestros aliados y verdaderos países amigos en Asia y el Oriente Próximo: Corea del Sur, India, Israel, Japón, Taiwán y Turquía. Tres de los anteriores le han ofrecido al gobierno hablar con nuestros empresarios y comprar sus productos libres de la extorsión de la dictadura de China comunista (que lamentablemente es alabada en muchas universidades privadas y empresarios miopes en el páis). Muchos de estos países también han ofrecido una cooperación que con creces supera, en conjunto, lo que la cooperación de los “países amigos” del G-13 ofrecen. A pesar de esto, a líderes de cancilleras anteriores y a la actual esto no les importa y yo no sé si es por ignorancia o porque simplemente están felices por sus puestos y el país no les importa.
Inversiones masivas en educación, salud, tecnología y lo que más nos urge en este momento que es infraestructura tienen propuestas serias del extranjero y a nuestras autoridades no les importa. Nuestro sector privado y mucho menos nuestro sector público no tiene la capacidad de cubrir estos temas estratégicos de puertos, aeropuertos, carreteras y ferrocarriles. Pero los días pasan y nada, mientras que gente de fuera se preocupa más. A ver si el sector privado le jala las orejas al público y ambos se ponen de acuerdo en pedir una ayuda que ante las emergencias inmediatas del país ellos no pueden solucionar.
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