Mientras sucede la cada vez mayor influencia en las elecciones europeas, algunos en el Viejo Continente se preguntan si la Unión Europea podrá sobrevivir al shock que ha provocado la nueva política de Donald Trump, al romper una política exterior que venía de 1945 después de la II Guerra Mundial. Trump lo evidenció cuando cedió ante Vladimir Putin de hablar en términos de igualdad, sin los europeos ni los ucranianos. Así se desarrolló en la capital de Arabia Saudí la primera ronda de conversaciones entre altos funcionarios estadounidenses y rusos el 18 de febrero, donde Trump también concedió puntos sustanciales a Putin: descartó la adhesión de Ucrania a la OTAN, rechazó la posibilidad de desplegar fuerzas de paz estadounidenses y reconoció que las ganancias territoriales de Rusia establecería la base para las negociaciones. Luego agregó  la propuesta de “tierras raras” que Ucrania entregaría a Estados Unidos en compensación por los miles de millones gastados por este país en favor de la defensa de Ucrania.

La soledad de del presidente ucraniano es obvia desde que Trump tildó de dictador al presidente Volodymyr Zelensky, porque ha gobernado de hecho desde hace un año. Lo ha culpado de iniciar la guerra con su falta de compromiso por negociar. Mientras tanto, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, hizo comentarios mordaces sobre el compromiso más amplio de Estados Unidos con la seguridad europea, declarando que “las duras realidades estratégicas impiden que Estados Unidos se centre principalmente en la seguridad europea”. Dejar a Europa sin el paraguas protector de Estados Unidos provoca un aumento del riesgo de un conflicto en el Viejo Continente. También la posible fragmentación de la Unión Europea pues hay estados con jefes de gobierno más cercanos a Putin como Hungría y Eslovaquia. Además, sería previsible una carrera armamentista nuclear, incluyendo el eventual pedido de Alemania de solicitar tal paraguas nuclear a París y Londres, si en algún momento se ponen en cuestión el Artículo 5 de la OTAN que indica que todo Estado miembro atacado será defendido por los demás miembros, incluyendo  a Estados Unidos, que aún tiene tropas en Europa Y lo hacía el hegemón de Europa, pero ahora que se retiran se siente abandonada y queda sola para defenderse. Rusia se apresta a llenar el vacío estadounidense en Europa oriental y en los territorios que fueron parte de la Unión Soviética.

La escalada militar y política de Moscú se vislumbra para chantajear a los estados miembros de la OTAN a hacer su voluntad. Friedrich Merz, el próximo canciller alemán, dijo el 21 de febrero que desearía compartir la seguridad nuclear con Londres y París para lograr realmente la independencia de los EE.UU.

Si bien hay preocupación entre los dirigentes de la UE con el abandono de Trump de Ucrania pues temen que puede pasarle a sus países algo similar estando Putin en el poder, el presidente Macron logró que Trump considera que tropas europeas cuiden las fronteras de Ucrania luego de firmados los acuerdos de paz entre el Kremlin y la Casa Blanca.

Entretanto, se observa un cambio rotundo en la geopolítica del mundo: en 1980 se estableció la Trilateral en Estados Unidos, Europa y Japón para enfrentar a la Unión Soviética de manera coordinada, mientras ahora entramos a un un mundo tripolar, donde mandarán en sus zona de influencia Estados Unidos, China y Rusia. Estados Unidos dejará de ser hegemón en Europa y podría dejar ese espacio a Rusia, mientras China se ocupará del Lejano Oriente, dejando a India otra porción. Es decir un nuevo juego de tronos donde no se prevé una guerra nuclear, como se observaba con la injerencia feroz de la OTAN en Ucrania, Georgia… promovida por el Deep State estadounidense, el gran promotor de guerras, ahora está cayendo en pedazos.